Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 7
Job argumenta contra Dios
1¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra, Y sus días como los días del jornalero? 2Como el siervo suspira por la sombra, Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo, 3Así he recibido meses de calamidad, Y noches de trabajo me dieron por cuenta. 4Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba. 5Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; Mi piel hendida y abominable. 6Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza. 7Acuérdate que mi vida es un soplo, Y que mis ojos no volverán a ver el bien. 8Los ojos de los que me ven, no me verán más; Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. 9Como la nube se desvanece y se va, Así el que desciende al Seol no subirá; 10No volverá más a su casa, Ni su lugar le conocerá más. 11Por tanto, no refrenaré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y me quejaré con la amargura de mi alma. 12¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, Para que me pongas guarda? 13Cuando digo: Me consolará mi lecho, Mi cama atenuará mis quejas; 14Entonces me asustas con sueños, Y me aterras con visiones. 15Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación, Y quiso la muerte más que mis huesos. 16Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre; Déjame, pues, porque mis días son vanidad. 17¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, Y para que pongas sobre él tu corazón, 18Y lo visites todas las mañanas, Y todos los momentos lo pruebes? 19¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva? 20Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, Hasta convertirme en una carga para mí mismo? 21¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no existiré.Capítulo 8
Bildad proclama la justicia de Dios
1Respondió Bildad suhita, y dijo: 2¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso? 3¿Acaso torcerá Dios el derecho, O pervertirá el Todopoderoso la justicia? 4Si tus hijos pecaron contra él, El los echó en el lugar de su pecado. 5Si tú de mañana buscares a Dios, Y rogares al Todopoderoso; 6Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego se despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. 7Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande. 8Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas, Y disponte para inquirir a los padres de ellas; 9Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos, Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra. 10¿No te enseñarán ellos, te hablarán, Y de su corazón sacarán palabras? 11¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua? 12Aun en su verdor, y sin haber sido cortado, Con todo, se seca primero que toda hierba. 13Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios; Y la esperanza del impío perecerá; 14Porque su esperanza será cortada, Y su confianza es tela de araña. 15Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie; Se asirá de ella, mas no resistirá. 16A manera de un árbol está verde delante del sol, Y sus renuevos salen sobre su huerto; 17Se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente, Y enlazándose hasta un lugar pedregoso. 18Si le arrancaren de su lugar, Este le negará entonces, diciendo: Nunca te vi. 19Ciertamente este será el gozo de su camino; Y del polvo mismo nacerán otros. 20He aquí, Dios no aborrece al perfecto, Ni apoya la mano de los malignos. 21Aún llenará tu boca de risa, Y tus labios de júbilo. 22Los que te aborrecen serán vestidos de confusión; Y la habitación de los impíos perecerá.Capítulo 9
Incapacidad de Job para responder a Dios
1Respondió Job, y dijo: 2Ciertamente yo sé que es así; ¿Y cómo se justificará el hombre con Dios? 3Si quisiere contender con él, No le podrá responder a una cosa entre mil. 4El es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas; ¿Quién se endureció contra él, y le fue bien? 5El arranca los montes con su furor, Y no saben quién los trastornó; 6El remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas; 7El manda al sol, y no sale; Y sella las estrellas; 8El solo extendió los cielos, Y anda sobre las olas del mar; 9El hizo la Osa, el Orión y las Pléyades, Y los lugares secretos del sur; 10El hace cosas grandes e incomprensibles, Y maravillosas, sin número. 11He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Pasará, y no lo entenderé. 12He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá: ¿Qué haces? 13Dios no volverá atrás su ira, Y debajo de él se abaten los que ayudan a los soberbios. 14¿Cuánto menos le responderé yo, Y hablaré con él palabras escogidas? 15Aunque fuese yo justo, no respondería; Antes habría de rogar a mi juez. 16Si yo le invocara, y él me respondiese, Aún no creeré que haya escuchado mi voz. 17Porque me ha quebrantado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa. 18No me ha concedido que tome aliento, Sino que me ha llenado de amarguras. 19Si habláremos de su potencia, por cierto es fuerte; Si de juicio, ¿quién me emplazará? 20Si yo me justificare, me condenaría mi boca; Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo. 21Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo; Despreciaría mi vida. 22Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume. 23Si azote mata de repente, Se ríe del sufrimiento de los inocentes. 24La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿Dónde está? 25Mis días han sido más ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien. 26Pasaron cual naves veloces; Como el águila que se arroja sobre la presa. 27Si yo dijere: Olvidaré mi queja, Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré, 28Me turban todos mis dolores; Sé que no me tendrás por inocente. 29Yo soy impío; ¿Para qué trabajaré en vano? 30Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la limpieza misma, 31Aún me hundirás en el hoyo, Y mis propios vestidos me abominarán. 32Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, Y vengamos juntamente a juicio. 33No hay entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros dos. 34Quite de sobre mí su vara, Y su terror no me espante. 35Entonces hablaré, y no le temeré; Porque en este estado no estoy en mí.
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