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La Biblia hoy - Reina Valera 1960

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
27/06/2024

Salmos 73-77

Capítulo 73

El destino de los malos

 1Ciertamente es bueno Dios para con Israel, Para con los limpios de corazón. 2En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. 3Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos. 4Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero. 5No pasan trabajos como los otros mortales, Ni son azotados como los demás hombres. 6Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia. 7Los ojos se les saltan de gordura; Logran con creces los antojos del corazón. 8Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia; Hablan con altanería. 9Ponen su boca contra el cielo, Y su lengua pasea la tierra. 10Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí, Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos. 11Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo? 12He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas. 13Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia; 14Pues he sido azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas. 15Si dijera yo: Hablaré como ellos, He aquí, a la generación de tus hijos engañaría. 16Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí, 17Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos. 18Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer. 19¡Cómo han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores. 20Como sueño del que despierta, Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia. 21Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas. 22Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. 23Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. 24Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. 25¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. 26Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. 27Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. 28Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras.

Capítulo 74

Apelación a Dios en contra del enemigo

 1¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado? 2Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; Este monte de Sion, donde has habitado. 3Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario. 4Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; Han puesto sus divisas por señales. 5Se parecen a los que levantan El hacha en medio de tupido bosque. 6Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras. 7Han puesto a fuego tu santuario, Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra. 8Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra. 9No vemos ya nuestras señales; No hay más profeta, Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo. 10¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre? 11¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno? 12Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que obra salvación en medio de la tierra. 13Dividiste el mar con tu poder; Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. 14Magullaste las cabezas del leviatán, Y lo diste por comida a los moradores del desierto. 15Abriste la fuente y el río; Secaste ríos impetuosos. 16Tuyo es el día, tuya también es la noche; Tú estableciste la luna y el sol. 17Tú fijaste todos los términos de la tierra; El verano y el invierno tú los formaste. 18Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. 19No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos. 20Mira al pacto, Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. 21No vuelva avergonzado el abatido; El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre. 22Levántate, oh Dios, aboga tu causa; Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día. 23No olvides las voces de tus enemigos; El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Capítulo 75

Dios abate al malo y exalta al justo

 1Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos, Pues cercano está tu nombre; Los hombres cuentan tus maravillas. 2Al tiempo que señalaré Yo juzgaré rectamente. 3Se arruinaban la tierra y sus moradores; Yo sostengo sus columnas. Selah 4Dije a los insensatos: No os infatuéis; Y a los impíos: No os enorgullezcáis; 5No hagáis alarde de vuestro poder; No habléis con cerviz erguida. 6Porque ni de oriente ni de occidente, Ni del desierto viene el enaltecimiento. 7Mas Dios es el juez; A éste humilla, y a aquél enaltece. 8Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino está fermentado, Lleno de mistura; y él derrama del mismo; Hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán todos los impíos de la tierra. 9Pero yo siempre anunciaré Y cantaré alabanzas al Dios de Jacob. 10Quebrantaré todo el poderío de los pecadores, Pero el poder del justo será exaltado.

Capítulo 76

El Dios de la victoria y del juicio

 1Dios es conocido en Judá; En Israel es grande su nombre. 2En Salem está su tabernáculo, Y su habitación en Sion. 3Allí quebró las saetas del arco, El escudo, la espada y las armas de guerra. Selah 4Glorioso eres tú, poderoso más que los montes de caza. 5Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño; No hizo uso de sus manos ninguno de los varones fuertes. 6A tu reprensión, oh Dios de Jacob, El carro y el caballo fueron entorpecidos. 7Tú, temible eres tú; ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira? 8Desde los cielos hiciste oír juicio; La tierra tuvo temor y quedó suspensa 9Cuando te levantaste, oh Dios, para juzgar, Para salvar a todos los mansos de la tierra. Selah 10Ciertamente la ira del hombre te alabará; Tú reprimirás el resto de las iras. 11Prometed, y pagad a Jehová vuestro Dios; Todos los que están alrededor de él, traigan ofrendas al Temible. 12Cortará él el espíritu de los príncipes; Temible es a los reyes de la tierra.

Capítulo 77

Meditación sobre los hechos poderosos de Dios

 1Con mi voz clamé a Dios, A Dios clamé, y él me escuchará. 2Al Señor busqué en el día de mi angustia; Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; Mi alma rehusaba consuelo. 3Me acordaba de Dios, y me conmovía; Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Selah 4No me dejabas pegar los ojos; Estaba yo quebrantado, y no hablaba. 5Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos. 6Me acordaba de mis cánticos de noche; Meditaba en mi corazón, Y mi espíritu inquiría: 7¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más a sernos propicio? 8¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? 9¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? Selah 10Dije: Enfermedad mía es esta; Traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. 11Me acordaré de las obras de JAH; Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. 12Meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos. 13Oh Dios, santo es tu camino; ¿Qué dios es grande como nuestro Dios? 14Tú eres el Dios que hace maravillas; Hiciste notorio en los pueblos tu poder. 15Con tu brazo redimiste a tu pueblo, A los hijos de Jacob y de José. Selah 16Te vieron las aguas, oh Dios; Las aguas te vieron, y temieron; Los abismos también se estremecieron. 17Las nubes echaron inundaciones de aguas; Tronaron los cielos, Y discurrieron tus rayos. 18La voz de tu trueno estaba en el torbellino; Tus relámpagos alumbraron el mundo; Se estremeció y tembló la tierra. 19En el mar fue tu camino, Y tus sendas en las muchas aguas; Y tus pisadas no fueron conocidas. 20Condujiste a tu pueblo como ovejas Por mano de Moisés y de Aarón.

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