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La Biblia hoy - Reina Valera 1960

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
21/07/2024

Proverbios 28-31

Capítulo 28

 1Huye el impío sin que nadie lo persiga; Mas el justo está confiado como un león. 2Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable. 3El hombre pobre y robador de los pobres Es como lluvia torrencial que deja sin pan. 4Los que dejan la ley alaban a los impíos; Mas los que la guardan contenderán con ellos. 5Los hombres malos no entienden el juicio; Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas. 6Mejor es el pobre que camina en su integridad, Que el de perversos caminos y rico. 7El que guarda la ley es hijo prudente; Mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre. 8El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés, Para aquel que se compadece de los pobres las aumenta. 9El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable. 10El que hace errar a los rectos por el mal camino, El caerá en su misma fosa; Mas los perfectos heredarán el bien. 11El hombre rico es sabio en su propia opinión; Mas el pobre entendido lo escudriña. 12Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres. 13El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. 14Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que endurece su corazón caerá en el mal. 15León rugiente y oso hambriento Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre. 16El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión; Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días. 17El hombre cargado de la sangre de alguno Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá. 18El que en integridad camina será salvo; Mas el de perversos caminos caerá en alguno. 19El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza. 20El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; Mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa. 21Hacer acepción de personas no es bueno; Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre. 22Se apresura a ser rico el avaro, Y no sabe que le ha de venir pobreza. 23El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia Que el que lisonjea con la lengua. 24El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, Compañero es del hombre destruidor. 25El altivo de ánimo suscita contiendas; Mas el que confía en Jehová prosperará. 26El que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado. 27El que da al pobre no tendrá pobreza; Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones. 28Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre; Mas cuando perecen, los justos se multiplican.

Capítulo 29

 1El hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina. 2Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; Mas cuando domina el impío, el pueblo gime. 3El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre; Mas el que frecuenta rameras perderá los bienes. 4El rey con el juicio afirma la tierra; Mas el que exige presentes la destruye. 5El hombre que lisonjea a su prójimo, Red tiende delante de sus pasos. 6En la transgresión del hombre malo hay lazo; Mas el justo cantará y se alegrará. 7Conoce el justo la causa de los pobres; Mas el impío no entiende sabiduría. 8Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas; Mas los sabios apartan la ira. 9Si el hombre sabio contendiere con el necio, Que se enoje o que se ría, no tendrá reposo. 10Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto, Mas los rectos buscan su contentamiento. 11El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega. 12Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, Todos sus servidores serán impíos. 13El pobre y el usurero se encuentran; Jehová alumbra los ojos de ambos. 14Del rey que juzga con verdad a los pobres, El trono será firme para siempre. 15La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre. 16Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión; Mas los justos verán la ruina de ellos. 17Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará alegría a tu alma. 18Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es bienaventurado. 19El siervo no se corrige con palabras; Porque entiende, mas no hace caso. 20¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él. 21El siervo mimado desde la niñez por su amo, A la postre será su heredero. 22El hombre iracundo levanta contiendas, Y el furioso muchas veces peca. 23La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra. 24El cómplice del ladrón aborrece su propia alma; Pues oye la imprecación y no dice nada. 25El temor del hombre pondrá lazo; Mas el que confía en Jehová será exaltado. 26Muchos buscan el favor del príncipe; Mas de Jehová viene el juicio de cada uno. 27Abominación es a los justos el hombre inicuo; Y abominación es al impío el de caminos rectos.

Capítulo 30

Las palabras de Agur

 1Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal. 2Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, Ni tengo entendimiento de hombre. 3Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo. 4¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? 5Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. 6No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso. 7Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera: 8Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; 9No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios. 10No acuses al siervo ante su señor, No sea que te maldiga, y lleves el castigo. 11Hay generación que maldice a su padre Y a su madre no bendice. 12Hay generación limpia en su propia opinión, Si bien no se ha limpiado de su inmundicia. 13Hay generación cuyos ojos son altivos Y cuyos párpados están levantados en alto. 14Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres. 15La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame! Tres cosas hay que nunca se sacian; Aun la cuarta nunca dice: ¡Basta! 16El Seol, la matriz estéril, La tierra que no se sacia de aguas, Y el fuego que jamás dice: ¡Basta! 17El ojo que escarnece a su padre Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos de la cañada lo saquen, Y lo devoren los hijos del águila. 18Tres cosas me son ocultas; Aun tampoco sé la cuarta: 19El rastro del águila en el aire; El rastro de la culebra sobre la peña; El rastro de la nave en medio del mar; Y el rastro del hombre en la doncella. 20El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia su boca Y dice: No he hecho maldad. 21Por tres cosas se alborota la tierra, Y la cuarta ella no puede sufrir: 22Por el siervo cuando reina; Por el necio cuando se sacia de pan; 23Por la mujer odiada cuando se casa; Y por la sierva cuando hereda a su señora. 24Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, Y las mismas son más sabias que los sabios: 25Las hormigas, pueblo no fuerte, Y en el verano preparan su comida; 26Los conejos, pueblo nada esforzado, Y ponen su casa en la piedra; 27Las langostas, que no tienen rey, Y salen todas por cuadrillas; 28La araña que atrapas con la mano, Y está en palacios de rey. 29Tres cosas hay de hermoso andar, Y la cuarta pasea muy bien: 30El león, fuerte entre todos los animales, Que no vuelve atrás por nada; 31El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; Y el rey, a quien nadie resiste. 32Si neciamente has procurado enaltecerte, O si has pensado hacer mal, Pon el dedo sobre tu boca. 33Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla, Y el que recio se suena las narices sacará sangre; Y el que provoca la ira causará contienda.

Capítulo 31

Exhortación a un rey

 1Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre. 2¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos? 3No des a las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes. 4No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los príncipes la sidra; 5No sea que bebiendo olviden la ley, Y perviertan el derecho de todos los afligidos. 6Dad la sidra al desfallecido, Y el vino a los de amargado ánimo. 7Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no se acuerden más. 8Abre tu boca por el mudo En el juicio de todos los desvalidos. 9Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa del pobre y del menesteroso. Elogio de la mujer virtuosa

Elogio de la mujer virtuosa

 10Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. 11El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. 12Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida. 13Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos. 14Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos. 15Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas. 16Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos. 17Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos. 18Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche. 19Aplica su mano al huso, Y sus manos a la rueca. 20Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso. 21No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles. 22Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido. 23Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra. 24Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader. 25Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir. 26Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua. 27Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde. 28Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba: 29Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas. 30Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. 31Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.

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