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La Biblia hoy - Reina Valera 1960

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
14/07/2024

Proverbios 6-8

Capítulo 6

Amonestación contra la pereza y la falsedad

 1Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, Si has empeñado tu palabra a un extraño, 2Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios. 3Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo; Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo. 4No des sueño a tus ojos, Ni a tus párpados adormecimiento; 5Escápate como gacela de la mano del cazador, Y como ave de la mano del que arma lazos. 6Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, 8Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. 9Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; 11Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado. 12El hombre malo, el hombre depravado, Es el que anda en perversidad de boca; 13Que guiña los ojos, que habla con los pies, Que hace señas con los dedos. 14Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo; Siembra las discordias. 15Por tanto, su calamidad vendrá de repente; Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio. 16Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: 17Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, 18El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, 19El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. Amonestación contra el adulterio

Amonestación contra el adulterio

 20Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre; 21Atalos siempre en tu corazón, Enlázalos a tu cuello. 22Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; Hablarán contigo cuando despiertes. 23Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen, 24Para que te guarden de la mala mujer, De la blandura de la lengua de la mujer extraña. 25No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te prenda con sus ojos; 26Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; Y la mujer caza la preciosa alma del varón. 27¿Tomará el hombre fuego en su seno Sin que sus vestidos ardan? 28¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus pies se quemen? 29Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; No quedará impune ninguno que la tocare. 30No tienen en poco al ladrón si hurta Para saciar su apetito cuando tiene hambre; 31Pero si es sorprendido, pagará siete veces; Entregará todo el haber de su casa. 32Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace. 33Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será borrada. 34Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de la venganza. 35No aceptará ningún rescate, Ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones.

Capítulo 7

Las artimañas de la ramera

 1Hijo mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos. 2Guarda mis mandamientos y vivirás, Y mi ley como las niñas de tus ojos. 3Lígalos a tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón. 4Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, Y a la inteligencia llama parienta; 5Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras. 6Porque mirando yo por la ventana de mi casa, Por mi celosía, 7Vi entre los simples, Consideré entre los jóvenes, A un joven falto de entendimiento, 8El cual pasaba por la calle, junto a la esquina, E iba camino a la casa de ella, 9A la tarde del día, cuando ya oscurecía, En la oscuridad y tinieblas de la noche. 10Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro, Con atavío de ramera y astuta de corazón. 11Alborotadora y rencillosa, Sus pies no pueden estar en casa; 12Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas, Acechando por todas las esquinas. 13Se asió de él, y le besó. Con semblante descarado le dijo: 14Sacrificios de paz había prometido, Hoy he pagado mis votos; 15Por tanto, he salido a encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado. 16He adornado mi cama con colchas Recamadas con cordoncillo de Egipto; 17He perfumado mi cámara Con mirra, áloes y canela. 18Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; Alegrémonos en amores. 19Porque el marido no está en casa; Se ha ido a un largo viaje. 20La bolsa de dinero llevó en su mano; El día señalado volverá a su casa. 21Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, Le obligó con la zalamería de sus labios. 22Al punto se marchó tras ella, Como va el buey al degolladero, Y como el necio a las prisiones para ser castigado; 23Como el ave que se apresura a la red, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón. 24Ahora pues, hijos, oídme, Y estad atentos a las razones de mi boca. 25No se aparte tu corazón a sus caminos; No yerres en sus veredas. 26Porque a muchos ha hecho caer heridos, Y aun los más fuertes han sido muertos por ella. 27Camino al Seol es su casa, Que conduce a las cámaras de la muerte.

Capítulo 8

Excelencia y eternidad de la sabiduría

 1¿No clama la sabiduría, Y da su voz la inteligencia? 2En las alturas junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para; 3En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, A la entrada de las puertas da voces: 4Oh hombres, a vosotros clamo; Dirijo mi voz a los hijos de los hombres. 5Entended, oh simples, discreción; Y vosotros, necios, entrad en cordura. 6Oíd, porque hablaré cosas excelentes, Y abriré mis labios para cosas rectas. 7Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios. 8Justas son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida. 9Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables a los que han hallado sabiduría. 10Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido. 11Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella. 12Yo, la sabiduría, habito con la cordura, Y hallo la ciencia de los consejos. 13El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco. 14Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder. 15Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia. 16Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra. 17Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan. 18Las riquezas y la honra están conmigo; Riquezas duraderas, y justicia. 19Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida. 20Por vereda de justicia guiaré, Por en medio de sendas de juicio, 21Para hacer que los que me aman tengan su heredad, Y que yo llene sus tesoros. 22Jehová me poseía en el principio, Ya de antiguo, antes de sus obras. 23Eternamente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra. 24Antes de los abismos fui engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. 25Antes que los montes fuesen formados, Antes de los collados, ya había sido yo engendrada; 26No había aún hecho la tierra, ni los campos, Ni el principio del polvo del mundo. 27Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; 28Cuando afirmaba los cielos arriba, Cuando afirmaba las fuentes del abismo; 29Cuando ponía al mar su estatuto, Para que las aguas no traspasasen su mandamiento; Cuando establecía los fundamentos de la tierra, 30Con él estaba yo ordenándolo todo, Y era su delicia de día en día, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo. 31Me regocijo en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres. 32Ahora, pues, hijos, oídme, Y bienaventurados los que guardan mis caminos. 33Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo menospreciéis. 34Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas. 35Porque el que me halle, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová. 36Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; Todos los que me aborrecen aman la muerte.

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