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La Biblia hoy - Reina Valera 1960

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
10/06/2024

Job 29-31

Capítulo 29

Job recuerda su fidelidad anterior

 1Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo: 2¡Quién me volviese como en los meses pasados, Como en los días en que Dios me guardaba, 3Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara, A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; 4Como fui en los días de mi juventud, Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; 5Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente, Y mis hijos alrededor de mí; 6Cuando lavaba yo mis pasos con leche, Y la piedra me derramaba ríos de aceite! 7Cuando yo salía a la puerta a juicio, Y en la plaza hacía preparar mi asiento, 8Los jóvenes me veían, y se escondían; Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie. 9Los príncipes detenían sus palabras; Ponían la mano sobre su boca. 10La voz de los principales se apagaba, Y su lengua se pegaba a su paladar. 11Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado, Y los ojos que me veían me daban testimonio, 12Porque yo libraba al pobre que clamaba, Y al huérfano que carecía de ayudador. 13La bendición del que se iba a perder venía sobre mí, Y al corazón de la viuda yo daba alegría. 14Me vestía de justicia, y ella me cubría; Como manto y diadema era mi rectitud. 15Yo era ojos al ciego, Y pies al cojo. 16A los menesterosos era padre, Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia; 17Y quebrantaba los colmillos del inicuo, Y de sus dientes hacía soltar la presa. 18Decía yo: En mi nido moriré, Y como arena multiplicaré mis días. 19Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, Y en mis ramas permanecía el rocío. 20Mi honra se renovaba en mí, Y mi arco se fortalecía en mi mano. 21Me oían, y esperaban, Y callaban a mi consejo. 22Tras mi palabra no replicaban, Y mi razón destilaba sobre ellos. 23Me esperaban como a la lluvia, Y abrían su boca como a la lluvia tardía. 24Si me reía con ellos, no lo creían; Y no abatían la luz de mi rostro. 25Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el jefe; Y moraba como rey en el ejército, Como el que consuela a los que lloran.

Capítulo 30

Job lamenta su desdicha actual

 1Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo, A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado. 2¿Y de qué me serviría ni aun la fuerza de sus manos? No tienen fuerza alguna. 3Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto. 4Recogían malvas entre los arbustos, Y raíces de enebro para calentarse. 5Eran arrojados de entre las gentes, Y todos les daban grita como tras el ladrón. 6Habitaban en las barrancas de los arroyos, En las cavernas de la tierra, y en las rocas. 7Bramaban entre las matas, Y se reunían debajo de los espinos. 8Hijos de viles, y hombres sin nombre, Más bajos que la misma tierra. 9Y ahora yo soy objeto de su burla, Y les sirvo de refrán. 10Me abominan, se alejan de mí, Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. 11Porque Dios desató su cuerda, y me afligió, Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. 12A la mano derecha se levantó el populacho; Empujaron mis pies, Y prepararon contra mí caminos de perdición. 13Mi senda desbarataron, Se aprovecharon de mi quebrantamiento, Y contra ellos no hubo ayudador. 14Vinieron como por portillo ancho, Se revolvieron sobre mi calamidad. 15Se han revuelto turbaciones sobre mí; Combatieron como viento mi honor, Y mi prosperidad pasó como nube. 16Y ahora mi alma está derramada en mí; Días de aflicción se apoderan de mí. 17La noche taladra mis huesos, Y los dolores que me roen no reposan. 18La violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica. 19El me derribó en el lodo, Y soy semejante al polvo y a la ceniza. 20Clamo a ti, y no me oyes; Me presento, y no me atiendes. 21Te has vuelto cruel para mí; Con el poder de tu mano me persigues. 22Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él, Y disolviste mi sustancia. 23Porque yo sé que me conduces a la muerte, Y a la casa determinada a todo viviente. 24Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro; ¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare? 25¿No lloré yo al afligido? Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso? 26Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad. 27Mis entrañas se agitan, y no reposan; Días de aflicción me han sobrecogido. 28Ando ennegrecido, y no por el sol; Me he levantado en la congregación, y clamado. 29He venido a ser hermano de chacales, Y compañero de avestruces. 30Mi piel se ha ennegrecido y se me cae, Y mis huesos arden de calor. 31Se ha cambiado mi arpa en luto, Y mi flauta en voz de lamentadores.

Capítulo 31

Job afirma su integridad

 1Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? 2Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas? 3¿No hay quebrantamiento para el impío, Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? 4¿No ve él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos? 5Si anduve con mentira, Y si mi pie se apresuró a engaño, 6Péseme Dios en balanzas de justicia, Y conocerá mi integridad. 7Si mis pasos se apartaron del camino, Si mi corazón se fue tras mis ojos, Y si algo se pegó a mis manos, 8Siembre yo, y otro coma, Y sea arrancada mi siembra. 9Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo, 10Muela para otro mi mujer, Y sobre ella otros se encorven. 11Porque es maldad e iniquidad Que han de castigar los jueces. 12Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón, Y consumiría toda mi hacienda. 13Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos contendían conmigo, 14¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo? 15El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz? 16Si estorbé el contento de los pobres, E hice desfallecer los ojos de la viuda; 17Si comí mi bocado solo, Y no comió de él el huérfano 18(Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre, Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda); 19Si he visto que pereciera alguno sin vestido, Y al menesteroso sin abrigo; 20Si no me bendijeron sus lomos, Y del vellón de mis ovejas se calentaron; 21Si alcé contra el huérfano mi mano, Aunque viese que me ayudaran en la puerta; 22Mi espalda se caiga de mi hombro, Y el hueso de mi brazo sea quebrado. 23Porque temí el castigo de Dios, Contra cuya majestad yo no tendría poder. 24Si puse en el oro mi esperanza, Y dije al oro: Mi confianza eres tú; 25Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, Y de que mi mano hallase mucho; 26Si he mirado al sol cuando resplandecía, O a la luna cuando iba hermosa, 27Y mi corazón se engañó en secreto, Y mi boca besó mi mano; 28Esto también sería maldad juzgada; Porque habría negado al Dios soberano. 29Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, Y me regocijé cuando le halló el mal 30(Ni aun entregué al pecado mi lengua, Pidiendo maldición para su alma); 31Si mis siervos no decían: ¿Quién no se ha saciado de su carne? 32(El forastero no pasaba fuera la noche; Mis puertas abría al caminante); 33Si encubrí como hombre mis transgresiones, Escondiendo en mi seno mi iniquidad, 34Porque tuve temor de la gran multitud, Y el menosprecio de las familias me atemorizó, Y callé, y no salí de mi puerta; 35¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme proceso. 36Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, Y me lo ceñiría como una corona. 37Yo le contaría el número de mis pasos, Y como príncipe me presentaría ante él. 38Si mi tierra clama contra mí, Y lloran todos sus surcos; 39Si comí su sustancia sin dinero, O afligí el alma de sus dueños, 40En lugar de trigo me nazcan abrojos, Y espinos en lugar de cebada. Aquí terminan las palabras de Job.

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