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La Biblia hoy - Reina Valera 1995

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
24/03/2025

Jueces 14-16

Capítulo 14

Sansón y la mujer filistea de Timnat

 1Descendió Sansón a Timnat y vio allí a una mujer de las hijas de los filisteos. 2Regresó entonces y lo contó a su padre y a su madre, diciendo:
—He visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer.
 3Su padre y su madre le dijeron:
—¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?
Sansón respondió a su padre:
—Tómame esta por mujer, porque ella me agrada.
 4Su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos, pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel. 5Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat. Cuando llegaron a las viñas de Timnat, un león joven vino rugiendo hacia él. 6Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en sus manos. Él no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. 7Descendió, pues, y habló con la mujer; y ella agradó a Sansón. 8Al volver después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león; y vio que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas y un panal de miel. 9Tomándolo en sus manos, fue comiéndose la miel por el camino. Cuando alcanzó a su padre y a su madre, les dio también a ellos para que comieran, pero no les reveló que aquella miel la había tomado del cuerpo del león. 10Fue, pues, su padre adonde estaba la mujer, y Sansón hizo allí un banquete, porque así solían hacer los jóvenes. 11Aconteció que cuando los filisteos lo vieron, tomaron treinta compañeros para que estuvieran con él. 12A estos treinta dijo Sansón:
—Yo os propondré ahora un enigma; si en los siete días del banquete me lo explicáis y descifráis, yo os daré treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta.
 13Pero si no me lo podéis descifrar, entonces vosotros me daréis a mí los treinta vestidos de lino y los vestidos de fiesta. Ellos respondieron:
—Propón tu enigma y lo oiremos.
 14Él les dijo:
—Del devorador salió comida, y del fuerte salió dulzura.
Ellos no pudieron descifrar el enigma en tres días.
 15Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: Induce a tu marido a que nos explique este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Acaso nos habéis llamado aquí para despojarnos? 16Lloró la mujer de Sansón en presencia de él, y dijo:
—Solamente me aborreces, no me amas, pues no me explicas el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo.
Él respondió:
—Ni a mi padre ni a mi madre lo he explicado, ¿y te lo había de explicar a ti?
 17Aquella mujer lloró en presencia de Sansón los siete días que duró el banquete, pero al séptimo día él se lo declaró, porque ella lo presionaba, y la mujer se lo contó a los hijos de su pueblo. 18Al séptimo día, antes que el sol se pusiera, los de la ciudad le dijeron:
—¿Qué cosa es más dulce que la miel? ¿Y qué cosa es más fuerte que el león?
Sansón les respondió:
—Si no araseis con mi novilla, nunca habríais descubierto mi enigma.
 19El espíritu de Jehová vino sobre él; descendió Sansón a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos y, tomando sus despojos, pagó con las vestiduras a los que habían explicado el enigma. Después, encendido de enojo, regresó a la casa de su padre. 20Su mujer fue dada a un compañero al que Sansón había tratado como amigo.

Capítulo 15

 1Aconteció después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, que Sansón visitó a su mujer con un cabrito. Al llegar dijo:
—Entraré para ver a mi mujer en la alcoba.
Pero el padre de ella no lo dejó entrar,
 2sino que le dijo:
—Pensé que la aborrecías, y la di a tu compañero. Pero su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en lugar de la mayor.
 3Entonces le dijo Sansón:
—Sin culpa seré esta vez respecto de los filisteos, si les hago mal.
 4Fue Sansón y cazó trescientas zorras, tomó antorchas, juntó cola con cola y puso una antorcha entre cada dos colas. 5Después, encendiendo las antorchas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos y quemó las mieses amontonadas y en pie, y las viñas y olivares. 6Los filisteos preguntaron:
—¿Quién hizo esto?
Les contestaron:
—Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su mujer y la dio a su compañero.
Vinieron luego los filisteos y los quemaron a ella y a su padre.
 7Entonces Sansón les dijo:
—Ya que esto habéis hecho, juro que no descansaré hasta que me haya vengado de vosotros.
 8Y los hirió de tal manera que hizo estragos entre ellos. Después se fue a vivir a la cueva de la peña de Etam.

Sansón derrota a los filisteos en Lehi

 9Los filisteos subieron, acamparon en Judá y se extendieron por Lehi. 10Los de Judá les preguntaron:
—¿Por qué habéis subido contra nosotros?
Ellos respondieron:
—A apresar a Sansón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho.
 11Al oir esto, vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam y dijeron a Sansón:
—¿No sabes que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto?
Él les respondió:
—Yo les he hecho como ellos me hicieron.
 12Entonces los de Judá le dijeron:
—Nosotros hemos venido a prenderte y entregarte en manos de los filisteos.
Sansón les respondió:
—Juradme que vosotros no me mataréis.
 13Ellos le respondieron:
—No; solamente te prenderemos y te entregaremos en sus manos, pero no te mataremos.
Lo ataron luego con dos cuerdas nuevas y lo hicieron salir de la peña.
 14Cuando llegaron a Lehi, los filisteos salieron gritando a su encuentro; pero el espíritu de Jehová vino sobre él y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego y las ataduras se cayeron de sus manos. 15Al ver una quijada de asno, fresca aún, extendió la mano, la tomó y mató con ella a mil hombres. 16Entonces Sansón dijo:
Con la quijada de un asno,
un montón, dos montones;
con la quijada de un asno
maté a mil hombres.
 17Al terminar de decir esto, arrojó la quijada y llamó a aquel lugar Ramat-lehi. 18Como tenía mucha sed, clamó a Jehová: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo, ¿cómo dejarás que muera yo ahora de sed y caiga en manos de estos incircuncisos? 19Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi, y salió de allí agua. Sansón bebió, recobró su espíritu y se reanimó. Por esto llamó a aquel lugar (que está en Lehi hasta el día de hoy) En-hacore. 20Y juzgó Sansón a Israel veinte años, en los días en que dominaban los filisteos.

Capítulo 16

Sansón en Gaza

 1Fue Sansón a Gaza y vio allí a una prostituta y se llegó a ella. 2Cuando les dijeron a los de Gaza: Sansón ha venido acá, lo rodearon y acecharon durante toda la noche a la puerta de la ciudad. Se mantuvieron callados toda aquella noche, diciéndose: Cuando aclare el día, entonces lo mataremos. 3Pero Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó y, tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.

Sansón y Dalila

 4Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer llamada Dalila, que vivía en el valle de Sorec. 5Fueron a visitarla los príncipes de los filisteos y le dijeron:
—Engáñalo y descubre en qué consiste su gran fuerza y cómo podríamos vencerlo. Así podremos atarlo y dominarlo, y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.
 6Entonces Dalila dijo a Sansón:
—Yo te ruego que me digas en qué consiste tu gran fuerza y cómo hay que atarte para que seas dominado.
 7Sansón le respondió:
—Si me atan con siete mimbres verdes que aún no estén secos, entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.
 8Los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no estaban secos, y ella lo ató con ellos. 9Como ya había situado hombres al acecho en el aposento, Dalila le gritó: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Él rompió los mimbres como se rompe una cuerda de estopa cuando toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza. 10Entonces Dalila dijo a Sansón:
—Tú me has engañado, me has dicho mentiras. Descúbreme, ahora, te ruego, cómo hay que atarte.
 11Él le respondió:
—Si me atan fuertemente con cuerdas nuevas que no se hayan usado, yo me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.
 12Dalila tomó cuerdas nuevas, lo ató con ellas y gritó: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Otra vez los espías estaban en el aposento, pero él las rompió con sus brazos como un hilo. 13Dalila dijo a Sansón:
—Hasta ahora me has engañado, y me has mentido. Descúbreme, pues, ahora, cómo hay que atarte.
Él entonces le indicó:
—Entretejiendo siete guedejas de mi cabeza con hilo de tejer y asegurándolas con la estaca.
 14Ella las aseguró con la estaca, y luego gritó: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Despertando él de su sueño, arrancó la estaca del telar junto con la tela. 15Dalila se lamentó:
—¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza.
 16Y aconteció que, presionándolo ella cada día con sus palabras e importunándolo, el alma de Sansón fue reducida a mortal angustia. 17Le descubrió, pues, todo su corazón y le dijo:
—Nunca a mi cabeza llegó navaja, porque soy nazareo para Dios desde el vientre de mi madre. Si soy rapado, mi fuerza se apartará de mí, me debilitaré y seré como todos los hombres.
 18Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Los principales de los filisteos vinieron a ella trayendo en sus manos el dinero. 19Hizo ella que Sansón se durmiera sobre sus rodillas y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza. Entonces comenzó ella a afligirlo, pues su fuerza se había apartado de él. 20Y gritó de nuevo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Sansón despertó de su sueño y pensó: Esta vez me escaparé como las otras. Pero no sabía que Jehová ya se había apartado de él. 21Enseguida los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos, lo llevaron a Gaza y lo ataron con cadenas para que trabajara en el molino de la cárcel. 22Pero el cabello de su cabeza comenzó a crecer después que fue rapado.

Muerte de Sansón

 23Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón, su dios, y para alegrarse. Y decían:
Nuestro dios entregó en nuestras manos
a Sansón, nuestro enemigo.
 24Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo:
Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo,
al destructor de nuestra tierra,
el cual ha dado muerte a muchos de entre nosotros.
 25Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Traed a Sansón para que nos divierta. Trajeron de la cárcel a Sansón y les sirvió de juguete. Luego lo pusieron entre las columnas. 26Entonces Sansón dijo al joven que lo guiaba de la mano: Acércame y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. 27La casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí. En el piso alto había como tres mil hombres y mujeres que estaban mirando el escarnio de Sansón. 28Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. 29Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. 30Y gritó Sansón: ¡Muera yo con los filisteos! Después se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida. 31Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, lo tomaron, se lo llevaron y lo sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel veinte años.

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