La Biblia hoy - Reina Valera 1995
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 16
Dios da el maná
1Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después de su salida de la tierra de Egipto. 2En el desierto, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón. 3Los hijos de Israel les decían: —Ojalá hubiéramos muerto a manos de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos ante las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos, pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. 4Jehová dijo a Moisés: —Mira, yo os haré llover pan del cielo. El pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. 5Pero en el sexto día se prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día. 6Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: —En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto, 7y por la mañana veréis la gloria de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; pues ¿qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros? 8Y Moisés añadió: —Jehová os dará por la tarde carne para comer, y por la mañana pan hasta saciaros, porque Jehová ha oído lo que habéis murmurado contra él; pues ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová. 9Luego dijo Moisés a Aarón: —Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos a la presencia de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones. 10Mientras Aarón hablaba a toda la congregación de los hijos de Israel, ellos miraron hacia el desierto, y vieron que la gloria de Jehová aparecía en la nube. 11Y Jehová dijo a Moisés: 12—Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales y diles: Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan. Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios. 13Al llegar la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento, y por la mañana descendió rocío alrededor del campamento. 14Cuando el rocío cesó de descender, apareció sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como escarcha sobre la tierra. 15Al verlo, los hijos de Israel se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto?, porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: —Es el pan que Jehová os da para comer. 16Esto es lo que Jehová ha mandado: Recoged de él cada uno según lo que pueda comer, un gomer por cabeza, conforme al número de personas en su familia; tomaréis cada uno para los que están en su tienda. 17Los hijos de Israel lo hicieron así, y recogieron unos más, otros menos. 18Lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer. 19Luego les dijo Moisés: —Ninguno deje nada de ello para mañana. 20Pero ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron algo para el otro día; pero crió gusanos, y apestaba. Y se enojó con ellos Moisés. 21Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía. 22En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno. Todos los príncipes de la congregación fueron y se lo hicieron saber a Moisés. 23Él les dijo: —Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es sábado, el día de reposo consagrado a Jehová; lo que tengáis que cocer, cocedlo hoy, y lo que tengáis que cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobre, guardadlo para mañana. 24Ellos lo guardaron hasta el día siguiente, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó ni apestó. 25Entonces dijo Moisés: —Comedlo hoy, porque hoy es sábado dedicado a Jehová; hoy no hallaréis nada en el campo. 26Seis días lo recogeréis, pero el séptimo día, que es sábado, nada se hallará. 27Aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron nada. 28Y Jehová dijo a Moisés: —¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes? 29Mirad que Jehová os dio el sábado, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día. 30Así el pueblo reposó el séptimo día. 31La casa de Israel lo llamó maná; era como una semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel. 32Después dijo Moisés: —Esto es lo que Jehová ha mandado: Llenad un gomer de él y guardadlo para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto. 33A Aarón dijo Moisés: —Toma una vasija, pon en ella un gomer de maná y colócalo delante de Jehová, a fin de que sea guardado para vuestros descendientes. 34Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, tal como Jehová lo mandó a Moisés. 35Así comieron los hijos de Israel maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán. 36Un gomer es la décima parte de un efa.Capítulo 17
Agua de la roca
1Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin avanzando por jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim, donde no había agua para que el pueblo bebiera. 2Y disputó el pueblo con Moisés, diciéndole: —Danos agua para que bebamos. —¿Por qué disputáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? —les respondió Moisés. 3Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés: —¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? 4Entonces clamó Moisés a Jehová, y dijo: —¿Qué haré con este pueblo? ¡Poco falta para que me apedreen! 5Jehová respondió a Moisés: —Pasa delante del pueblo y toma contigo algunos ancianos de Israel; toma también en tu mano la vara con que golpeaste el río, y ve. 6Allí yo estaré ante ti sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrán de ella aguas para que beba el pueblo. Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. 7Y dio a aquel lugar el nombre de Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel y porque tentaron a Jehová al decir: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros o no?Guerra con Amalec
8Después vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9Y dijo Moisés a Josué: —Escoge a algunos hombres y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano. 10Josué hizo como le dijo Moisés y salió a pelear contra Amalec. Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel vencía; pero cuando él bajaba su mano, vencía Amalec. 12Como las manos de Moisés se cansaban, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él. Moisés se sentó sobre ella, mientras Aarón y Hur sostenían sus manos, uno de un lado y el otro del otro; así se mantuvieron firmes sus manos hasta que se puso el sol. 13Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. 14Entonces Jehová dijo a Moisés: —Escribe esto para que sea recordado en un libro, y di a Josué que borraré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. 15Luego Moisés edificó un altar, al que puso por nombre Jehová-nisi, 16diciendo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová estará en guerra con Amalec de generación en generación.Capítulo 18
Jetro visita a Moisés
1Oyó Jetro, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés y con Israel, su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. 2Entonces tomó Jetro, suegro de Moisés, a Séfora, la mujer de Moisés, después que él la envió, 3y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena; 4y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó y me libró de la espada del faraón. 5Cuando Jetro, el suegro de Moisés, llegó con los hijos y la mujer de este junto al monte de Dios en el desierto, donde estaba acampado Moisés, 6le dijo: —Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti, con tu mujer y sus dos hijos. 7Moisés salió a recibir a su suegro, se inclinó y lo besó. Se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y entraron a la tienda. 8Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho al faraón y a los egipcios por amor de Israel, todo el trabajo que habían pasado en el camino y cómo los había librado Jehová. 9Se alegró Jetro de todo el bien que Jehová había hecho a Israel al haberlo librado de manos de los egipcios. 10Y Jetro dijo: —Bendito sea Jehová, que os libró de manos de los egipcios y de manos del faraón. Él ha librado al pueblo de manos de los egipcios. 11Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses, porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos. 12Luego tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés delante de Dios.Nombramiento de jueces
13Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. 14Al ver el suegro de Moisés todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: —¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, mientras todo el pueblo permanece delante de ti desde la mañana hasta la tarde? 15Moisés respondió a su suegro: —Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16Cuando tienen algún pleito, vienen a mí; yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro los preceptos de Dios y sus leyes. 17Entonces el suegro de Moisés le dijo: —No está bien lo que haces. 18Desfallecerás del todo, tú y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti y no podrás hacerlo tú solo. 19Oye ahora mi voz: yo te aconsejaré y Dios estará contigo. Preséntate tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. 20Enséñales los preceptos y las leyes, muéstrales el camino por donde deben andar y lo que han de hacer. 21Además escoge tú de entre todo el pueblo a hombres virtuosos, temerosos de Dios, hombres veraces, que aborrezcan la avaricia, y ponlos sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 22Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así se aliviará tu carga, pues ellos la llevarán contigo. 23Si esto haces, y Dios te lo manda, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar. 24Oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que él le dijo. 25Escogió Moisés hombres de virtud de entre todo Israel, y los puso sobre el pueblo como jefes sobre mil, sobre cien, sobre cincuenta y sobre diez, 26los cuales juzgaban al pueblo en todo tiempo. Los asuntos difíciles los traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño. 27Luego Moisés despidió a su suegro, y este se fue a su tierra.Capítulo 19
Israel en Sinaí
1Al tercer mes de haber salido los hijos de Israel de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron al desierto de Sinaí. 2Habían salido de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. Israel acampó allí frente al monte, 3y Moisés subió a encontrarse con Dios. Jehová lo llamó desde el monte y le dijo: —Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: 4Vosotros visteis lo que hice con los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águila y os he traído a mí. 5Ahora, pues, si dais oído a mi voz y guardáis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. 6Vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. 7Entonces regresó Moisés, llamó a los ancianos del pueblo y expuso en su presencia todas estas palabras que Jehová le había mandado. 8Todo el pueblo respondió a una diciendo: —Haremos todo lo que Jehová ha dicho. Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo, 9y Jehová le dijo: —Yo vendré a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y así te crean para siempre. Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová, 10y Jehová le dijo: —Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana. Que laven sus vestidos 11y estén preparados para el tercer día, porque al tercer día Jehová descenderá a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí. 12Señalarás límites alrededor del pueblo, y dirás: Guardaos, no subáis al monte ni toquéis sus límites; cualquiera que toque el monte, de seguro morirá. 13No lo tocará mano alguna, porque será apedreado o muerto a flechazos; sea animal o sea hombre, no quedará con vida. Cuando resuene la bocina, subirán al monte. 14Descendió, pues, Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo y ellos lavaron sus vestidos. 15Dijo al pueblo: —Estad preparados para el tercer día, y absteneos de mujer. 16Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, hubo truenos y relámpagos, una espesa nube cubrió el monte y se oyó un sonido de bocina muy fuerte. Todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció. 17Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte. 18Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en medio del fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía violentamente. 19El sonido de la bocina se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz de trueno. 20Descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte. Llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. 21Jehová dijo a Moisés: —Desciende y ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. 22Que también se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga entre ellos estrago. 23Moisés dijo a Jehová: —El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte y santifícalo. 24Pero Jehová le dijo: —Ve, desciende, y luego subirás junto con Aarón; pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir adonde está Jehová, no sea que haga entre ellos estrago. 25Entonces Moisés descendió, y se lo dijo al pueblo.Copyright © 1995 by United Bible Societies (http://www.unitedbiblesocieties.org)