La Biblia hoy - Reina Valera 1995
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 4
Débora y Barac derrotan a Sísara
1Después de la muerte de Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, 2así que Jehová los entregó en manos de Jabín, rey de Canaán, quien reinaba en Hazor. El capitán de su ejército se llamaba Sísara y vivía en Haroset-goim. 3Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, porque Jabín tenía novecientos carros de hierro y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años. 4Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot, 5la cual acostumbraba sentarse bajo una palmera (conocida como la palmera de Débora), entre Ramá y Bet-el, en los montes de Efraín; y los hijos de Israel acudían a ella en busca de justicia. 6Un día, Débora envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo:—¿No te ha mandado Jehová, Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte Tabor y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. 7Yo atraeré hacia ti, hasta el arroyo Cisón, a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos? 8Barac le respondió:
—Si tú vas conmigo, yo iré; pero si no vas conmigo, no iré. 9Ella dijo:
—Iré contigo; pero no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en manos de mujer entregará Jehová a Sísara.
Y levantándose Débora, fue a Cedes con Barac. 10Allí juntó Barac a las tribus de Zabulón y Neftalí. Subió con diez mil hombres a su mando, y Débora subió con él. 11Heber, el ceneo, de los hijos de Hobab, suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes. 12Llegaron, pues, a Sísara las noticias de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte Tabor. 13Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros de hierro, y a todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo Cisón. 14Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos: ¿Acaso no ha salido Jehová delante de ti? Barac descendió del monte Tabor, junto a los diez mil hombres que lo seguían, 15y Jehová quebrantó a Sísara, dispersando delante de Barac, a filo de espada, todos sus carros y a todo su ejército. El mismo Sísara descendió del carro y huyó a pie, 16pero Barac siguió a los carros y al ejército hasta Haroset-goim. Aquel día, todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno. 17Sísara huyó a pie a la tienda de Jael, mujer de Heber, el ceneo, porque había paz entre Jabín, rey de Hazor, y la casa de Heber, el ceneo. 18Cuando Jael salió a recibir a Sísara, le dijo:
—Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor.
Él vino a la tienda y ella lo cubrió con una manta. 19Sísara le dijo:
—Te ruego que me des de beber un poco de agua, pues tengo sed.
Jael abrió un odre de leche, le dio de beber y lo volvió a cubrir. 20Entonces él dijo:
—Quédate a la puerta de la tienda; si alguien viene y te pregunta: ¿Hay alguien aquí?, tú responderás que no. 21Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda, y tomando en su mano un mazo, se le acercó calladamente y le clavó la estaca por las sienes, contra la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado. Y así murió. 22Cuando llegó Barac en busca de Sísara, Jael salió a recibirlo y le dijo:
—Ven, te mostraré al hombre que tú buscas.
Entró Barac donde ella estaba y encontró a Sísara, que yacía muerto con la estaca en la sien. 23Así abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel. 24Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.
Capítulo 5
Cántico de Débora y de Barac
1Aquel día, Débora y Barac hijo de Abinoam cantaron así: 2Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel,por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo,
load a Jehová. 3¡Oíd, reyes! ¡Escuchad, príncipes!
Yo cantaré a Jehová,
cantaré salmos a Jehová, el Dios de Israel. 4Cuando saliste de Seir, Jehová,
cuando te marchaste de los campos de Edom,
la tierra tembló, se estremecieron los cielos
y las nubes gotearon aguas. 5Los montes temblaron delante de Jehová,
tembló el Sinaí delante de Jehová, Dios de Israel. 6En los días de Samgar hijo de Anat,
en los días de Jael, quedaron abandonados los caminos,
y los que andaban por las sendas se apartaron por senderos torcidos. 7Las aldeas quedaron abandonadas en Israel,
habían decaído,
hasta que yo, Débora, me levanté,
me levanté como madre en Israel. 8Cuando escogían nuevos dioses,
la guerra estaba a las puertas;
¿se veía escudo o lanza
entre cuarenta mil en Israel? 9Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel,
para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo.
¡Load a Jehová! 10Vosotros, los que cabalgáis en asnas blancas,
los que presidís en juicio,
y vosotros, los que viajáis, hablad. 11Lejos del ruido de los arqueros, en los abrevaderos,
allí se contarán los triunfos de Jehová,
los triunfos de sus aldeas en Israel;
entonces marchará hacia las puertas
el pueblo de Jehová. 12Despierta, despierta, Débora.
Despierta, despierta, entona un cántico.
Levántate, Barac, y lleva tus cautivos,
hijo de Abinoam. 13Entonces marchó el resto de los nobles;
el pueblo de Jehová marchó por él
en contra de los poderosos. 14De Efraín vinieron los que habitaban en Amalec,
en pos de ti, Benjamín, entre tus pueblos.
De Maquir descendieron príncipes,
y de Zabulón los que tenían vara de mando. 15También los caudillos de Isacar fueron con Débora;
sí, como Barac, también Isacar
se precipitó a pie en el valle.
Entre las familias de Rubén
se tomaron grandes decisiones. 16¿Por qué se quedaron entre los rediles,
oyendo los balidos de los rebaños?
¡Entre las familias de Rubén
se hicieron grandes propósitos! 17Galaad se quedó al otro lado del Jordán,
y Dan, ¿por qué se detuvo junto a las naves?
Se quedó Aser a la ribera del mar
y permaneció en sus puertos. 18El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte,
como Neftalí en las alturas de los montes. 19Vinieron reyes y pelearon;
los reyes de Canaán pelearon entonces
en Taanac, junto a las aguas de Meguido,
mas no obtuvieron ganancia alguna de dinero. 20Desde los cielos pelearon las estrellas,
desde sus órbitas pelearon contra Sísara. 21Los barrió el torrente Cisón,
el antiguo torrente, el torrente Cisón.
¡Marcha, alma mía, con poder! 22Entonces resonaron los cascos de los caballos
por el galopar, por el galopar de sus valientes. 23¡Maldecid a Meroz!, dijo el ángel de Jehová,
maldecid severamente a sus moradores,
porque no vinieron en ayuda de Jehová,
en ayuda de Jehová contra los fuertes. 24Bendita sea entre las mujeres Jael,
mujer de Heber, el ceneo;
entre las mujeres, bendita sea en la tienda. 25Él pidió agua y ella le dio leche;
en tazón de nobles le presentó crema. 26Tendió su mano a la estaca,
su diestra al mazo de los trabajadores,
y golpeó a Sísara: Hirió su cabeza,
le horadó y atravesó sus sienes. 27Cayó encorvado a sus pies, quedó tendido;
a sus pies cayó encorvado;
donde se encorvó, allí cayó muerto. 28La madre de Sísara se asoma a la ventana,
y por entre las celosías dice a voces:
¿Por qué tarda su carro en venir?
¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen? 29Las más avisadas de sus damas le respondían,
y aun ella se respondía a sí misma: 30¿No será que han hallado botín y lo están repartiendo?
A cada uno, una doncella o dos;
las vestiduras de colores para Sísara,
las vestiduras bordadas de colores;
la ropa de color bordada por ambos lados,
para los jefes de los que tomaron el botín. 31Así perezcan todos tus enemigos, Jehová;
mas brillen los que te aman,
como el sol cuando sale en su esplendor.
Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años.
Capítulo 6
Llamamiento de Gedeón
1Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y Jehová los entregó en manos de Madián por siete años. 2Como la mano de Madián los oprimía cada vez más, los hijos de Israel, por temor a los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, cavernas y lugares fortificados. 3Pues sucedía que cuando Israel tenía algo sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. 4Acampaban frente a ellos y destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza. No dejaban qué comer en Israel, ni ovejas ni bueyes ni asnos. 5Con sus tiendas y sus ganados, subían como una inmensa nube de langostas. Ellos y sus camellos eran innumerables, y venían a la tierra para devastarla. 6De este modo se empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián. Y los hijos de Israel clamaron a Jehová. 7Cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová a causa de los madianitas, 8Jehová les envió un profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto y os saqué de la casa de servidumbre. 9Os libré de manos de los egipcios y de manos de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros, y os di su tierra. 10También os dije: Yo soy Jehová, vuestro Dios: No temáis a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Sin embargo, no habéis obedecido a mi voz. 11Entonces vino el ángel de Jehová y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita. Gedeón, su hijo, estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas, 12cuando se le apareció el ángel de Jehová y le dijo:—Jehová está contigo, hombre esforzado y valiente. 13Gedeón le respondió:
—Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto?? Y ahora Jehová nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de los madianitas. 14Mirándolo Jehová, le dijo:
—Ve con esta tu fuerza y salvarás a Israel de manos de los madianitas. ¿No te envío yo? 15Gedeón le respondió de nuevo:
—Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre. 16Jehová le dijo:
—Ciertamente yo estaré contigo, y tú derrotarás a los madianitas como a un solo hombre. 17Él respondió:
—Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que has hablado conmigo. 18Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Jehová le contestó:
—Yo esperaré hasta que vuelvas. 19Gedeón se fue, preparó un cabrito y panes sin levadura de un efa de harina, puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla y, sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina. 20Entonces el ángel de Dios le dijo:
—Toma la carne y los panes sin levadura, ponlos sobre esta peña y vierte el caldo. Él lo hizo así. 21Extendiendo el ángel de Jehová el cayado que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura, y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Luego el ángel de Jehová desapareció de su vista. 22Al ver Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo:
—Ah, Señor Jehová, he visto al ángel de Jehová cara a cara. 23Pero Jehová le dijo:
—La paz sea contigo. No tengas temor, no morirás. 24Gedeón edificó allí altar a Jehová y lo llamó Jehová-salom. Este altar permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas. 25Aconteció que esa misma noche le dijo Jehová: Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro, el de siete años, y derriba el altar de Baal que tiene tu padre; corta también la imagen de Asera que se halla junto a él 26y edifica altar a Jehová, tu Dios, en la cumbre de este peñasco, en lugar conveniente. Toma después aquel segundo toro y sacrifícalo en holocausto con la madera de la imagen de Asera que habrás cortado. 27Entonces Gedeón tomó diez hombres de entre sus siervos e hizo como Jehová le dijo. Pero temiendo hacerlo de día, a causa de la familia de su padre y de los hombres de la ciudad, lo hizo de noche. 28Por la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, el altar de Baal estaba derribado, y había sido cortada la imagen de Asera que se hallaba junto a él, y ofrecido aquel toro segundo en holocausto sobre el altar edificado. 29Y unos a otros se preguntaban:
—¿Quién ha hecho esto? Buscando e inquiriendo, les dijeron:
—Gedeón hijo de Joás lo ha hecho.
Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás: 30—Saca a tu hijo, para que muera, porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado la imagen de Asera que se hallaba junto a él. 31Pero Joás respondió a todos los que estaban junto a él:
—¿Lucharéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, que luche por sí mismo con quien derribó su altar. 32Aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, esto es: Luche Baal contra él, por cuanto derribó su altar. 33Pero todos los madianitas y amalecitas y los del oriente se juntaron a una, y cruzando el Jordán acamparon en el valle de Jezreel. 34Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando este tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él. 35Envió mensajeros por todo Manasés, y también ellos se le unieron; asimismo envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, los cuales salieron a su encuentro. 36Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, 37he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; si el rocío está sobre el vellón solamente, y queda seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho. 38Y así aconteció, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón para sacarle el rocío, y llenó con él un tazón de agua. 39Pero Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí si hablo de nuevo: probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío caiga sobre la tierra. 40Aquella noche lo hizo Dios así; solo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío.
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