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La Biblia hoy - Reina Valera 1995

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
16/01/2025

Génesis 43-45

Capítulo 43

Los hermanos de José regresan con Benjamín

 1El hambre era grande en la tierra; 2y aconteció que cuando acabaron de consumir el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: —Volved y comprad para nosotros un poco de alimento. 3Respondió Judá:
—Aquel hombre nos advirtió con ánimo resuelto: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros.
 4Si envías a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento. 5Pero si no lo envías, no descenderemos, porque aquel hombre nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. 6Dijo entonces Israel:
—¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando a ese hombre que teníais otro hermano?
 7Ellos respondieron:
—Aquel hombre nos preguntó expresamente por nosotros y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano?
 8Entonces Judá dijo a su padre Israel:
—Envía al joven conmigo; nos levantaremos e iremos enseguida, a fin de que vivamos y no muramos, ni nosotros, ni tú, ni nuestros niños.
 9Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si no te lo traigo de vuelta y no lo pongo delante de ti, seré ante ti el culpable para siempre. 10Si no nos hubiéramos demorado, ciertamente hubiéramos ya ido y vuelto dos veces. 11Entonces su padre Israel les respondió:
—Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos y llevad a aquel hombre un regalo, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras.
 12Tomad también en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad así en vuestras manos el dinero devuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación. 13Asimismo, tomad a vuestro hermano, levantaos y volved a aquel hombre. 14Que el Dios omnipotente haga que ese hombre tenga misericordia de vosotros, y os suelte al otro hermano vuestro y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, que lo sea. 15Entonces tomaron aquellos hombres el regalo, y tomaron en sus manos el doble del dinero, así como a Benjamín, y se levantaron, descendieron a Egipto y se presentaron delante de José. 16José vio con ellos a Benjamín, y dijo al mayordomo de su casa:
—Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía.
 17Hizo el hombre como José había dicho, y llevó a los hombres a casa de José. 18Entonces aquellos hombres tuvieron temor, porque los llevaban a casa de José. Se decían:
—Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez, nos han traído aquí; para tendernos lazo, atacarnos y tomarnos por siervos a nosotros y a nuestros asnos.
 19Se acercaron, pues, al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. 20Le dijeron:
—¡Ay, señor nuestro! Nosotros, en realidad de verdad, descendimos al principio a comprar alimentos.
 21Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, vimos que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. 22Hemos traído también en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos. Nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. 23Él les respondió:
—Paz a vosotros, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os puso ese tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero.
Y les sacó a Simeón.
 24Luego llevó aquel varón a los hombres a casa de José; les dio agua y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos. 25Ellos prepararon el regalo mientras venía José a mediodía, pues oyeron que habrían de comer allí. 26Al entrar José en casa, ellos le trajeron el regalo que habían traído consigo, y se inclinaron ante él hasta tocar la tierra. 27Entonces les preguntó José cómo estaban, y les dijo:
—¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía?
 28Ellos respondieron:
—Tu siervo, nuestro padre, está bien; aún vive.
Y se inclinaron e hicieron reverencia.
 29Alzó José sus ojos y vio a su hermano Benjamín, hijo de su madre, y dijo:
—¿Es este vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?
Y añadió:
—Dios tenga misericordia de ti, hijo mío.
 30Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; entró en su habitación y lloró allí. 31Cuando pudo contener el llanto, lavó su rostro, salió y dijo: Servid la comida. 32Sirvieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían, porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación para los egipcios. 33Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro. 34José tomó viandas de delante de sí para ellos; pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de cualquiera de los demás. Y bebieron y se alegraron con él.

Capítulo 44

La copa de José

 1Mandó José al mayordomo de su casa, diciendo:
—Llena de alimento los costales de estos hombres, de todo cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal.
 2También pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. El mayordomo hizo como había dicho José. 3Al amanecer, los hombres fueron despedidos con sus asnos. 4Ya ellos habían salido de la ciudad, pero todavía no se habían alejado, cuando José dijo a su mayordomo:
—Levántate y sigue a esos hombres. Cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata?
 5¿No es esta en la que bebe mi señor, y la que usa para adivinar? ¡Habéis hecho mal al hacer esto! 6Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras. 7Y ellos le respondieron:
—¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos.
 8Si el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán, ¿cómo íbamos a hurtar de casa de tu señor plata ni oro? 9Aquel de tus siervos a quien se le encuentre la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor. 10Entonces el mayordomo dijo:
—También ahora sea conforme a vuestras palabras: aquel a quien se le encuentre será mi siervo; los demás quedaréis sin culpa.
 11Ellos entonces se dieron prisa, bajó cada uno su costal a tierra y cada cual abrió el suyo. 12El mayordomo buscó, comenzando por el mayor y terminando por el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13Entonces ellos rasgaron sus vestidos, cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad. 14Entró Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron en tierra delante de él. 15Y les dijo José:
—¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?
 16Entonces dijo Judá:
—¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos. Nosotros somos siervos de mi señor, nosotros y también aquel en cuyo poder se halló la copa.
 17José respondió:
—Nunca haga yo tal cosa. El hombre en cuyo poder se halló la copa, ese será mi siervo; vosotros id en paz junto a vuestro padre.

Judá intercede por Benjamín

 18Entonces Judá se acercó a él y le dijo:
—¡Ay, señor mío!, te ruego que permitas a tu siervo decir una palabra a oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como el faraón.
 19Mi señor preguntó a sus siervos: ¿Tenéis padre o hermano? 20Y nosotros respondimos a mi señor: Sí, tenemos un padre anciano y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; un hermano suyo murió, y solo él quedó de los hijos de su madre, y su padre lo ama. 21Tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, pues quiero verlo. 22Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si lo deja, su padre morirá. 23Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no viene con vosotros, no veréis más mi rostro. 24Aconteció, pues, que cuando llegamos a mi padre, tu siervo, le contamos las palabras de mi señor. 25Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento. 26Pero nosotros respondimos: No podemos ir. Si nuestro hermano va con nosotros, iremos, porque no podremos presentarnos ante aquel hombre, si no está con nosotros nuestro hermano menor. 27Entonces tu siervo, mi padre, nos dijo: Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer; 28uno de ellos se fue de mi lado, y pienso de cierto que fue despedazado. Hasta ahora no lo he vuelto a ver. 29Si ahora os lleváis también a este y le acontece algún desastre, haréis que con dolor desciendan mis canas al seol. 30Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo, mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él, 31sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán que con dolor desciendan al seol las canas de nuestro padre, tu siervo. 32Como tu siervo salió fiador del joven ante mi padre, diciendo: Si no te lo traigo de vuelta, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre, 33por eso te ruego que se quede ahora tu siervo en lugar del joven como siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos, 34pues ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.

Capítulo 45

José se da a conocer a sus hermanos

 1No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban a su lado, y clamó: ¡Haced salir de mi presencia a todos! Así no quedó nadie con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos. 2Entonces se echó a llorar a gritos; lo oyeron los egipcios, y lo oyó también la casa del faraón. 3Y dijo José a sus hermanos:
—Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?
Sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.
 4Pero José les dijo:
—Acercaos ahora a mí.
Ellos se acercaron, y él les dijo:
—Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios.
 5Ahora, pues, no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá, porque para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros. 6Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales no habrá arada ni siega. 7Dios me envió delante de vosotros para que podáis sobrevivir sobre la tierra, para daros vida por medio de una gran liberación. 8Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre del faraón, por señor de toda su casa y por gobernador en toda la tierra de Egipto. 9Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. 10Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú, tus hijos y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. 11Allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú, tu casa y todo lo que tienes. 12Vuestros ojos ven, y también los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla. 13Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto. ¡Daos prisa, y traed a mi padre acá! 14José se echó sobre el cuello de su hermano Benjamín y lloró; también Benjamín lloró sobre su cuello. 15Luego besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos. Después de esto, sus hermanos hablaron con él. 16Se oyó la noticia en la casa del faraón, y se decía: Los hermanos de José han venido. Esto agradó a los ojos del faraón y de sus siervos. 17Y dijo el faraón a José:
—Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias y marchaos; volved a la tierra de Canaán,
 18tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto y comeréis de la abundancia de la tierra. 19Y tú manda: Haced esto: tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras mujeres, tomad a vuestro padre y venid. 20Y no os preocupéis por vuestros enseres, porque la riqueza de la tierra de Egipto será vuestra. 21Así lo hicieron los hijos de Israel; y José les dio carros conforme a la orden del faraón y les suministró víveres para el camino. 22A cada uno de ellos le dio un vestido nuevo, y a Benjamín le dio trescientas piezas de plata y cinco vestidos nuevos. 23A su padre le envió esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y comida; esto para el viaje de su padre. 24Luego despidió a sus hermanos, y cuando se iban, les dijo:
—No riñáis por el camino.
 25Subieron, pues, de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán, junto a su padre Jacob. 26Y le dieron las nuevas, diciendo: ¡José aún vive!, y es señor en toda la tierra de Egipto. Pero el corazón de Jacob desfalleció porque no les creía. 27Entonces ellos le repitieron todas las palabras que José les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió. 28Y dijo Israel:
—¡Con esto me basta! ¡José, mi hijo, vive todavía! Iré y lo veré antes de morir.


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