La Biblia hoy - Reina Valera 1995
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 41
José interpreta el sueño de Faraón
1Aconteció, pasados dos años, que el faraón tuvo un sueño. Le parecía que estaba junto al río, 2y que del río subían siete vacas hermosas a la vista, muy gordas, y que pacían en el prado. 3Tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, que se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río; 4y las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. El faraón se despertó, 5pero se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña, 6y después de ellas salían otras siete espigas menudas y quemadas por el viento del este; 7y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. El faraón se despertó y vio que era un sueño. 8Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios. Les contó sus sueños, pero no había quien se los pudiera interpretar al faraón. 9Entonces el jefe de los coperos dijo al faraón: —Me acuerdo hoy de mis faltas. 10Cuando el faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos. 11Él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado. 12Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia. Se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños y declaró a cada uno conforme a su sueño. 13Y aconteció que como él nos los interpretó, así ocurrió: yo fui restablecido en mi puesto y el otro fue colgado. 14Entonces el faraón envió a llamar a José; lo sacaron apresuradamente de la cárcel, se afeitó, mudó sus vestidos y vino ante el faraón. 15El faraón dijo a José: —Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; pero he oído decir de ti que oyes sueños para interpretarlos. 16Respondió José al faraón: —No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia al faraón. 17Entonces el faraón dijo a José: —En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río, 18y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado. 19Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto. 20Las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas; 21pero, aunque las tenían en sus entrañas, no se conocía que hubieran entrado, pues la apariencia de las flacas seguía tan mala como al principio. Entonces me desperté. 22Luego, de nuevo en sueños, vi que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas. 23Y que otras siete espigas, menudas, marchitas y quemadas por el viento solano, crecían después de ellas; 24y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas. Esto lo he contado a los magos, pero no hay quien me lo interprete. 25Entonces respondió José al faraón: —El sueño del faraón es uno y el mismo. Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer. 26Las siete vacas hermosas siete años son, y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno y el mismo. 27También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas son siete años, y las siete espigas menudas y quemadas por el viento solano siete años serán de hambre. 28Esto es lo que respondo al faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado al faraón. 29Vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. 30Tras ellos seguirán siete años de hambre: toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. 31Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre que la seguirá, la cual será gravísima. 32Y que el faraón haya tenido el sueño dos veces significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. 33Por tanto, es necesario que el faraón se provea de un hombre prudente y sabio, y que lo ponga sobre la tierra de Egipto. 34Haga esto el faraón: ponga gobernadores sobre el país, que recojan la quinta parte de las cosechas de Egipto en los siete años de la abundancia. 35Junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, recojan el trigo bajo la mano del faraón para mantenimiento de las ciudades y guárdenlo. 36Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.José, gobernador de Egipto
37El asunto pareció bien al faraón y a sus siervos, 38y dijo el faraón a sus siervos: —¿Acaso hallaremos a otro hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios? 39Y dijo el faraón a José: —Después de haberte dado a conocer Dios todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. 40Tú estarás sobre mi casa y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. 41Dijo además el faraón a José: —Yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. 42Entonces el faraón se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José; lo hizo vestir de ropas de lino finísimo y puso un collar de oro en su cuello. 43Lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaban delante de él: ¡Doblad la rodilla! Así quedó José sobre toda la tierra de Egipto. 44Luego dijo el faraón a José: —Yo soy el faraón; pero sin ti nadie alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. 45El faraón puso a José el nombre de Zafnat-panea, y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Así quedó José al frente de toda la tierra de Egipto. 46Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante del faraón, el rey de Egipto; y salió José de delante del faraón y recorrió toda la tierra de Egipto. 47En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo en gran cantidad. 48Y él recogió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y almacenó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento de los campos de alrededor. 49Recogió José trigo como si fuera arena del mar; tanto que no se podía contar, porque era incalculable. 50Antes que llegara el primer año de hambre, le nacieron a José dos hijos, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. 51Llamó José al primogénito Manasés, porque dijo: Dios me hizo olvidar todos mis sufrimientos, y a toda la casa de mi padre. 52Al segundo lo llamó Efraín, porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción. 53Se cumplieron así los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, 54y comenzaron a llegar los siete años de hambre, como José había predicho. Hubo hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto había pan. 55Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó por pan al faraón. Y dijo el faraón a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os diga. 56Cuando el hambre se extendió por todo el país, abrió José todos los graneros donde estaba el trigo, y lo vendía a los egipcios, porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. 57Y de todos los países venían a Egipto para comprar grano a José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.Capítulo 42
Los hermanos de José vienen por alimentos
1Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis ahí mirando? 2Yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir y no muramos. 3Descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. 4Pero Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos, porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre. 5Fueron, pues, los hijos de Israel entre los que iban a comprar, porque había hambre en la tierra de Canaán. 6José era el señor de la tierra, quien le vendía trigo a todo el mundo. Cuando llegaron los hermanos de José, se inclinaron a él rostro en tierra. 7José reconoció a sus hermanos en cuanto los vio; pero hizo como que no los conocía, y hablándoles ásperamente les dijo: —¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: —De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. 8Reconoció, pues, José a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. 9Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: —Espías sois; para ver las regiones indefensas del país habéis venido. 10—No, señor nuestro —respondieron ellos—, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. 11Todos nosotros somos hijos del mismo padre y somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías. 12Pero José les dijo: —No; para ver las regiones indefensas del país habéis venido. 13—Tus siervos somos doce hermanos —respondieron ellos—, hijos de un hombre en la tierra de Canaán. El menor está hoy con nuestro padre y el otro ha desaparecido. 14Y José les dijo: —Eso es lo que os he dicho al afirmar que sois espías. 15En esto seréis probados: ¡Por vida del faraón, que no saldréis de aquí hasta que vuestro hermano menor venga! 16Enviad a uno de vosotros para que traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos. Vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, ¡por la vida del faraón, que sois espías! 17Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. 18Al tercer día les dijo José: —Haced esto y vivid: Yo temo a Dios. 19Si sois hombres honrados, uno de vuestros hermanos se quedará en la cárcel, mientras los demás vais a llevar el alimento para remediar el hambre de vuestra familia. 20Pero traeréis a vuestro hermano menor; así serán verificadas vuestras palabras y no moriréis. Ellos lo hicieron así, 21pero se decían el uno al otro: —Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba y no lo escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. 22Entonces Rubén les respondió, diciendo: —¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven? Pero no me escuchasteis; por eso ahora se nos demanda su sangre. 23Ellos no sabían que José los entendía, porque este tenía un intérprete para hablar con ellos. 24Entonces se apartó José de su lado, y lloró; cuando volvió a ellos, les habló y, tomando de entre ellos a Simeón, lo apresó en su presencia. 25Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo y devolvieran el dinero a cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y que les dieran comida para el camino; así se hizo con ellos. 26Entonces pusieron ellos su trigo sobre sus asnos y se fueron de allí. 27Pero al abrir uno de ellos el saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio el dinero que estaba en la boca de su costal. 28Y dijo a sus hermanos: —¡Me han devuelto mi dinero; aquí está, en mi saco! Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados se dijeron el uno al otro: —¿Qué es esto que Dios nos ha hecho? 29Cuando llegaron junto a Jacob, su padre, en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo: 30—Aquel hombre, el señor de la tierra, nos habló ásperamente y nos trató como a espías de la tierra. 31Pero nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos espías. 32Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ha desaparecido y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán. 33Entonces aquel hombre, el señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo a uno de vuestros hermanos, tomad para remediar el hambre de vuestras familias y andad, 34traedme a vuestro hermano menor; así sabré que no sois espías, sino hombres honrados; entonces os entregaré a vuestro hermano y comerciaréis libremente por el país. 35Aconteció que cuando vaciaban ellos sus sacos, vieron que en el saco de cada uno estaba la bolsita con su dinero; y tanto ellos como su padre, al ver las bolsitas con el dinero, tuvieron temor. 36Entonces su padre Jacob les dijo: —Me habéis privado de mis hijos: José no aparece, Simeón tampoco y ahora os llevaréis a Benjamín. Estas cosas acabarán conmigo. 37Rubén respondió a su padre: —Quítales la vida a mis dos hijos, si no te lo devuelvo. Confíamelo a mí y yo te lo devolveré. 38Pero Jacob replicó: —No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto y él ha quedado solo; si le acontece algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al seol.Copyright © 1995 by United Bible Societies (http://www.unitedbiblesocieties.org)