Saltar al contenido

La Biblia hoy - Reina Valera 1995

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
14/01/2025

Génesis 38-40

Capítulo 38

Judá y Tamar

 1Aconteció en aquel tiempo que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a casa de un adulamita que se llamaba Hira. 2Allí conoció Judá a la hija de un cananeo, el cual se llamaba Súa; la tomó y se llegó a ella. 3Ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er. 4Concibió otra vez y dio a luz un hijo, al que llamó Onán. 5Volvió a concebir y dio a luz un hijo, al que llamó Sela. Ella se hallaba en Quezib cuando lo dio a luz. 6Después Judá tomó para su primogénito Er a una mujer llamada Tamar. 7Pero Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y Jehová le quitó la vida. 8Entonces Judá dijo a Onán: —Llégate a la mujer de tu hermano, despósate con ella y levanta descendencia a tu hermano. 9Sabiendo Onán que la descendencia no sería suya, cuando se llegaba a la mujer de su hermano vertía en tierra, para no dar descendencia a su hermano. 10Como desagradó a Jehová lo que hacía, a él también le quitó la vida. 11Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: —Permanece viuda en casa de tu padre, hasta que crezca mi hijo Sela. (Esto dijo pues pensaba: No sea que muera él también, como sus hermanos). Tamar se fue y se quedó en casa de su padre. 12Pasaron muchos días y murió la hija de Súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se consoló, subió a Timnat (donde estaban los trasquiladores de sus ovejas) junto a su amigo Hira, el adulamita. 13Y avisaron a Tamar, diciéndole: Tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. 14Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, se cubrió con un velo para no ser reconocida y se puso a la entrada de Enaim, junto al camino de Timnat, pues veía que Sela había crecido y que ella no le era dada por mujer. 15Cuando Judá la vio, la tuvo por una ramera, pues ella había cubierto su rostro. 16Entonces se apartó del camino para acercarse a ella y, sin saber que era su nuera, le dijo: —Déjame ahora llegarme a ti. —¿Qué me darás por llegarte a mí? —dijo ella. 17—Te enviaré un cabrito de mi rebaño —respondió él. —Dame una prenda, hasta que lo envíes —dijo ella. 18—¿Qué prenda te daré? —preguntó Judá. Ella respondió: —Tu sello, tu cordón y el bastón que tienes en tu mano. Judá se los dio, se llegó a ella y ella concibió de él. 19Luego se levantó y se fue; se quitó el velo que la cubría y se vistió las ropas de su viudez. 20Judá envió el cabrito del rebaño por medio de su amigo, el adulamita, para que este rescatara la prenda de la mujer; pero no la halló. 21Entonces preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: —¿Dónde está la ramera que había en Enaim, junto al camino? —No ha estado aquí ramera alguna —dijeron ellos. 22Entonces él se volvió a Judá y le dijo: —No la he hallado. Además, los hombres del lugar me dijeron: Aquí no ha estado ninguna ramera. 23Judá respondió: —Pues que se quede con todo, para que no seamos objetos de burla. Yo le he enviado este cabrito, pero tú no la hallaste. 24Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: —Tamar, tu nuera, ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Entonces dijo Judá: —¡Sacadla y quemadla! 25Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del dueño de estas cosas estoy encinta. También dijo: Mira ahora de quién son estas cosas: el sello, el cordón y el bastón. 26Cuando Judá los reconoció, dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a mi hijo Sela. Y nunca más la conoció. 27Aconteció que, al tiempo de dar a luz, había gemelos en su seno. 28Y sucedió durante el parto que uno de ellos sacó la mano, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero. 29Pero volviendo él a meter la mano, salió su hermano; y ella dijo: ¡Cómo te has abierto paso! Por eso lo llamó Fares. 30Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y lo llamó Zara.

Capítulo 39

José y la esposa de Potifar

 1Llevado, pues, José a Egipto, Potifar, un egipcio oficial del faraón, capitán de la guardia, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. 2Pero Jehová estaba con José, quien llegó a ser un hombre próspero, y vivía en la casa del egipcio, su amo. 3Vio su amo que Jehová estaba con él, que Jehová lo hacía prosperar en todas sus empresas. 4Así halló José gracia a sus ojos, y lo servía; lo hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. 5Desde el momento en que le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo. 6Él mismo dejó todo lo que tenía en manos de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. José era de hermoso semblante y bella presencia, 7y aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y le dijo: —Duerme conmigo. 8Pero él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: —Mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mis manos todo lo que tiene. 9No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios? 10Hablaba ella a José cada día, pero él no la escuchaba para acostarse al lado de ella, para estar con ella. 11Pero aconteció un día, cuando entró él en casa a hacer su oficio, que no había nadie de los de casa allí. 12Entonces ella lo asió por la ropa, diciendo: —Duerme conmigo. Pero él, dejando su ropa en las manos de ella, huyó y salió. 13Cuando ella vio que le había dejado la ropa en sus manos y había huido fuera, 14llamó a los de casa, y les dijo: —Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciera burla de nosotros. Ha venido a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces. 15Al ver que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y salió huyendo. 16Puso ella junto a sí la ropa de José, hasta que llegó su señor a la casa. 17Entonces le repitió las mismas palabras, diciendo: —El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. 18Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. 19Al oir el amo de José las palabras de su mujer, que decía: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. 20Tomó su amo a José y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey; y allí lo mantuvo. 21Pero Jehová estaba con José y extendió a él su misericordia, pues hizo que se ganara el favor del jefe de la cárcel. 22El jefe de la cárcel puso en manos de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. 23No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

Capítulo 40

José interpreta dos sueños

 1Aconteció después de estas cosas, que el copero y el panadero del rey de Egipto delinquieron contra su señor, el rey de Egipto. 2Y se enojó el faraón contra sus dos oficiales, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, 3y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4El capitán de la guardia encargó de ellos a José, para que los sirviera; y estuvieron durante un tiempo en la prisión. 5Sucedió que ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño en la misma noche, cada uno su propio sueño, cada uno con su propio significado. 6Vino a ellos José por la mañana y vio que estaban tristes. 7Entonces preguntó a aquellos oficiales del faraón que estaban con él en la prisión de la casa de su señor: —¿Por qué tienen hoy mal aspecto vuestros semblantes? 8Ellos le dijeron: —Hemos tenido un sueño y no hay quien lo interprete. José les dijo: —¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora. 9Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: —Yo soñaba que veía una vid delante de mí 10y en la vid, tres sarmientos; y ella echaba brotes, florecía y maduraban sus racimos de uvas. 11Y que la copa del faraón estaba en mi mano, y tomando yo las uvas las exprimía en la copa del faraón, y ponía la copa en la mano del faraón. 12José le dijo: —Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. 13Al cabo de tres días levantará el faraón tu cabeza, te restituirá a tu puesto y darás la copa al faraón en su mano, como solías hacer cuando eras su copero. 14Acuérdate, pues, de mí cuando te vaya bien; te ruego que tengas misericordia y hagas mención de mí al faraón, y que me saques de esta casa, 15porque fui raptado de la tierra de los hebreos y nada he hecho aquí para que me pusieran en la cárcel. 16Viendo el jefe de los panaderos que aquella interpretación había sido para bien, dijo a José: —También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza. 17En el canastillo más alto había toda clase de manjares de pastelería para el faraón, y las aves los comían del canastillo de sobre mi cabeza. 18Entonces respondió José, y dijo: —Esta es su interpretación: Los tres canastillos son tres días. 19Al cabo de tres días quitará el faraón tu cabeza de sobre ti. Te hará colgar en la horca, y las aves comerán la carne que te cubre. 20Al tercer día, que era el día del cumpleaños del faraón, el rey ofreció un banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos y la cabeza del jefe de los panaderos en presencia de sus servidores. 21Hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y volvió este a poner la copa en la mano del faraón. 22Pero hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como José lo había interpretado. 23Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que lo olvidó.

Copyright © 1995 by United Bible Societies (http://www.unitedbiblesocieties.org)