La Biblia hoy - Reina Valera 1995
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 5
La circuncisión y la pascua en Gilgal
1Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que pasaron, desfalleció su corazón y se quedaron sin aliento ante los hijos de Israel. 2En aquel tiempo, Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados y vuelve a circuncidar por segunda vez a los hijos de Israel. 3Josué se hizo cuchillos afilados y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. 4Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Toda la población masculina salida de Egipto, todos los hombres aptos para la guerra, habían muerto por el camino, en el desierto, después que salieron de Egipto. 5Todos los del pueblo que habían salido estaban circuncidados, pero todo el pueblo que había nacido en el desierto, en el camino, después que salieron de Egipto, no estaba circuncidado. 6Los hijos de Israel anduvieron por el desierto durante cuarenta años, hasta que todos los hombres aptos para la guerra que habían salido de Egipto perecieron. Como no obedecieron a la voz de Jehová, Jehová juró que no les dejaría ver la tierra que él había jurado a sus padres que nos daría, tierra que fluye leche y miel. 7A sus hijos, los que él había puesto en lugar de ellos, Josué los circuncidó, pues eran incircuncisos, ya que no habían sido circuncidados por el camino. 8Cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en su lugar en el campamento hasta que sanaron. 9Entonces Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de encima de vosotros el oprobio de Egipto. Por eso se llamó Gilgal aquel lugar, hasta hoy. 10Los hijos de Israel acamparon en Gilgal y celebraron la Pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó. 11Al otro día de la Pascua comieron de los frutos de la tierra, panes sin levadura y, ese mismo día, espigas nuevas tostadas. 12El maná cesó al día siguiente, desde que comenzaron a comer de los frutos de la tierra, y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.Josué y el varón con la espada desenvainada
13Aconteció que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y vio a un hombre que estaba delante de él, con una espada desenvainada en su mano. Josué se le acercó y le dijo:—¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? 14—No —respondió él—, sino que he venido como Príncipe del ejército de Jehová.
Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro, lo adoró y le dijo:
—¿Qué dice mi Señor a su siervo? 15El Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué:
—Quítate el calzado de los pies, porque el lugar en que estás es santo.
Y Josué así lo hizo.
Capítulo 6
La toma de Jericó
1Jericó estaba cerrada, bien cerrada, por temor a los hijos de Israel: nadie entraba ni salía. 2Pero Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tus manos a Jericó y a su rey, junto con sus hombres de guerra. 3Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, dando una vez la vuelta alrededor de la ciudad. Esto haréis durante seis días. 4Siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del Arca. El séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. 5Cuando el cuerno de carnero dé un toque prolongado, tan pronto oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará con fuerza, y el muro de la ciudad caerá. Entonces la asaltará el pueblo, cada uno derecho hacia delante. 6Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les dijo: Tomad el Arca del pacto, y que siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del Arca de Jehová. 7Al pueblo dijo: Pasad y dad un rodeo a la ciudad: los que están armados pasarán delante del Arca de Jehová. 8Tan pronto Josué terminó de hablar al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron delante del Arca de Jehová tocando las bocinas, mientras el Arca del pacto de Jehová los seguía. 9Los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el Arca, mientras las bocinas sonaban continuamente. 10Pero Josué dio esta orden al pueblo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca hasta el día que yo os diga: Gritad. Entonces gritaréis. 11Así hizo que el Arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y luego volvieron al campamento, donde pasaron la noche. 12Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el Arca de Jehová. 13Los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, iban delante del Arca de Jehová tocando las bocinas sin dejar de caminar; los hombres armados iban delante de ellos, y la retaguardia iba tras el Arca de Jehová mientras las bocinas sonaban continuamente. 14Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento. De esta manera hicieron durante seis días. 15El séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron la vuelta a la ciudad, de la misma manera, siete veces —solamente este día dieron siete veces la vuelta alrededor de ella—. 16Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: ¡Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad! 17La ciudad será como anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab, la ramera, vivirá, así como todos los que estén con ella en su casa, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos. 18Pero vosotros guardaos del anatema; no toquéis ni toméis cosa alguna del anatema, no sea que hagáis caer la maldición sobre el campamento de Israel y le traigáis la desgracia. 19Pero toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová y entren en el tesoro de Jehová. 20Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas. Y aconteció que cuando el pueblo escuchó el sonido de la bocina, gritó con un gran vocerío y el muro se derrumbó. El pueblo asaltó luego la ciudad, cada uno derecho hacia delante, y la tomaron. 21Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas y los asnos. 22Pero Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo que sea suyo, como lo jurasteis. 23Los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; también sacaron a toda su parentela, y los pusieron fuera del campamento de Israel. 24Después prendieron fuego a la ciudad, con todo lo que en ella había. Solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro. 25Pero Josué salvó la vida a Rahab, la ramera, a la casa de su padre y a todo lo que ella tenía, y ella habitó entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado para reconocer a Jericó. 26En aquel tiempo hizo Josué este juramento: Maldito delante de Jehová el hombre que se levante y reedifique esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas. 27Estaba, pues, Jehová con Josué, y su nombre se divulgó por toda la tierra.Capítulo 7
El pecado de Acán
1Pero los hijos de Israel cometieron una infidelidad en cuanto al anatema, porque Acán hijo de Carmi hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó algo del anatema, y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel. 2Después Josué envió unos hombres desde Jericó a Hai, que estaba junto a Bet-avén, hacia el oriente de Bet-el, y les dijo: Subid a reconocer la tierra. Ellos subieron y reconocieron a Hai. 3Al volver, dijeron a Josué: Que no suba todo el pueblo; dos mil o tres mil hombres tomarán a Hai. No fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos. 4Subieron allá del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai. 5Los de Hai les mataron a unos treinta y seis hombres, los persiguieron desde la puerta hasta Sebarim y los derrotaron en la bajada, por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y se volvió como agua. 6Entonces Josué rompió sus vestidos y se postró en tierra sobre su rostro delante del Arca de Jehová hasta caer la tarde, junto con los ancianos de Israel, y se echaron polvo sobre sus cabezas. 7Josué decía:—¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en manos de los amorreos y que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! 8¡Ay, Señor! ¿qué diré, ahora que Israel le ha vuelto la espalda a sus enemigos? 9Porque los cananeos y todos los habitantes de la tierra se enterarán, nos rodearán y borrarán nuestro nombre de encima de la tierra. ¿Qué harás tú entonces por tu gran nombre? 10Jehová respondió a Josué:
—¡Levántate! ¿Por qué te postras así sobre tu rostro? 11Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto, el que yo les mandé. También han tomado algo del anatema, y hasta lo han robado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. 12Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema. No estaré más con vosotros si no hacéis desaparecer el anatema de en medio de vosotros. 13Levántate, santifica al pueblo y di: Santificaos para mañana, porque Jehová, el Dios de Israel, dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros. 14Os acercaréis, pues, mañana por tribus; la tribu que Jehová señale, se acercará por familias; la familia que Jehová señale, se acercará por casas paternas, y la casa que Jehová señale, se acercará hombre por hombre. 15El que sea sorprendido en posesión del anatema, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehová y ha cometido una infamia en Israel. 16Josué, pues, levantándose de mañana, hizo acercar a Israel por tribus, y fue designada la tribu de Judá. 17Hizo acercar a la tribu de Judá, y fue designada la familia de los de Zera; luego hizo que se acercaran las familias de los de Zera, y fue designado Zabdi. 18Hizo acercar su casa hombre por hombre, y fue designado Acán hijo de Carmi hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá. 19Entonces Josué dijo a Acán:
—Hijo mío, da gloria a Jehová, el Dios de Israel, dale alabanza y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras. 20Acán respondió a Josué:
—Verdaderamente yo he pecado contra Jehová, el Dios de Israel; he hecho así y así. 21Pues yo vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, doscientos siclos de plata y un lingote de oro de cincuenta siclos de peso, lo cual codicié y tomé. Ahora está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero está debajo. 22Entonces Josué envió mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda, y en efecto, todo estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo. 23Lo tomaron de la tienda y lo llevaron ante Josué y todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehová. 24Entonces Josué, junto con todo Israel, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. 25Allí le dijo Josué:
—¿Por qué nos has turbado? Que Jehová te turbe en este día.
Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos. 26Sobre él levantaron un gran montón de piedras que permanece hasta hoy. Así Jehová se calmó del ardor de su ira. Por eso aquel lugar se llama el valle de Acor, hasta hoy.
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