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Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 14
Pablo y Bernabé en iconio
1Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos y de griegos. 2Pero los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3Sin embargo, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con valentía, confiados en el Señor, el cual daba testimonio de la palabra de su gracia, concediendo que se hicieran por las manos de ellos señales y prodigios. 4La gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. 5Pero sucedió que los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a maltratarlos y apedrearlos; 6y ellos, al darse cuenta, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, 7y allí predicaban el evangelio.Pablo es apedreado en Listra
8Cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos y viendo que tenía fe para ser sanado, 10dijo a gran voz: --¡Levántate derecho sobre tus pies! Él saltó y anduvo. 11Entonces la gente, al ver lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: "¡Dioses con la semejanza de hombres han descendido a nosotros!" 12A Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque este era el que llevaba la palabra. 13El sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas y se lanzaron entre la multitud, gritando 15y diciendo: --¿Por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay. 16En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos; 17si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18Pero aun diciendo estas cosas, difícilmente lograban impedir que la multitud les ofreciera sacrificio. 19Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio que persuadieron a la multitud; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20Pero estando rodeado por los discípulos, se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente salió con Bernabé para Derbe. 21Después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, 22confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que permanecieran en la fe y diciéndoles: "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios". 23Constituyeron ancianos en cada iglesia y, después de orar y de ayunar, los encomendaron al Señor en quien habían creído.El regreso a Antioquía de Siria
24Pasando por Pisidia vinieron a Panfilia. 25Predicaron la palabra en Perge y luego descendieron a Atalia. 26De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. 27Al llegar, reunieron a la iglesia y les refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. 28Se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.Capítulo 15
El concilio en Jerusalén
1Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: "Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés no podéis ser salvos". 2Pablo y Bernabé tuvieron una discusión y contienda no pequeña con ellos. Por eso se dispuso que Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. 3Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. 4Al llegar a Jerusalén fueron recibidos por la iglesia, por los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. 5Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: --Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la Ley de Moisés. 6Entonces se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. 7Después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: --Hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo Dios escogió que los gentiles oyeran por mi boca la palabra del evangelio y creyeran. 8Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 9y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 10Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. 12Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. 13Cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: --Hermanos, oídme. 14Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 16" "Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, 17para que el resto de los hombresbusque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cualeses invocado mi nombre, 18dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos". 19"Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 20sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre, 21porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado. 22Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir a algunos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas, que tenía por sobrenombre Barsabás, a Silas, hombres principales entre los hermanos, 23y escribir por conducto de ellos: "Los apóstoles, los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, Siria y Cilicia: Salud. 24Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la Ley, 25nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo, 28pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; si os guardáis de estas cosas, bien haréis. Pasadlo bien". 30Así pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía y, reuniendo a la congregación, entregaron la carta. 31Habiéndola leído, se regocijaron por la consolación. 32Judas y Silas, que también eran profetas, consolaron y animaron a los hermanos con abundancia de palabras. 33Después de pasar algún tiempo allí, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a aquellos que los habían enviado. 34Sin embargo, a Silas le pareció bien quedarse allí. 35Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos.Pablo se separa de Bernabé, y comienza su segundo viaje misionero
36Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: --Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. 37Bernabé quería que llevaran consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, 38pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia y no había ido con ellos a la obra. 39Hubo tal desacuerdo entre ambos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, 40y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, 41y pasó por Siria y Cilicia, animando a las iglesias.Capítulo 16
Timoteo acompaña a Pablo y a Silas
1Después llegó a Derbe y a Listra. Había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; 2y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. 3Quiso Pablo que este fuera con él; y tomándolo, lo circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego. 4Al pasar por las ciudades, les comunicaban las decisiones que habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardaran. 5Así que las iglesias eran animadas en la fe y aumentaban en número cada día.La visión del varón macedonio
6Atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. 8Entonces, pasando junto a Misia, descendieron a Troas. 9Una noche, Pablo tuvo una visión. Un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: "Pasa a Macedonia y ayúdanos". 10Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciáramos el evangelio.Encarcelados en Filipos
11Zarpando, pues, de Troas, navegamos directamente a Samotracia, el día siguiente a Neápolis 12y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia. Estuvimos en aquella ciudad algunos días. 13Un sábado salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración. Nos sentamos y hablamos a las mujeres que se habían reunido. 14Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo. El Señor le abrió el corazón para que estuviera atenta a lo que Pablo decía, 15y cuando fue bautizada, junto con su familia, nos rogó diciendo: --Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, hospedaos en mi casa. Y nos obligó a quedarnos. 16Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba: --¡Estos hombres son siervos del Dios altísimo! Ellos os anuncian el camino de salvación. 18Esto lo hizo por muchos días, hasta que, desagradando a Pablo, se volvió él y dijo al espíritu: --Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora. 19Pero al ver sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades. 20Los presentaron a los magistrados y dijeron: --Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad 21y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos. 22Entonces se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarlos con varas. 23Después de haberlos azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardara con seguridad. 24El cual, al recibir esta orden, los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo. 25Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. 27Se despertó el carcelero y, al ver abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. 28Pero Pablo le gritó: --¡No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí! 29Él entonces pidió una luz, se precipitó adentro y, temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas. 30Los sacó y les dijo: --Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: --Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa. 32Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33Él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas, y en seguida se bautizó con todos los suyos. 34Luego los llevó a su casa, les puso la mesa y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. 35Cuando fue de día, los magistrados enviaron guardias a decir: --Suelta a esos hombres. 36El carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: --Los magistrados han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid y marchaos en paz. 37Pero Pablo le dijo: --Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial y siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos liberan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos. 38Los guardias hicieron saber estas palabras a los magistrados, los cuales tuvieron miedo al oir que eran romanos. 39Fueron y se excusaron; los sacaron y les pidieron que salieran de la ciudad. 40Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia y, habiendo visto a los hermanos, los consolaron y se fueron.
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