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Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 1
La promesa del Espíritu Santo
1En mi primer escrito, Teófilo, me referí a todas las cosas que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo 2hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. 3A ellos también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 4Y estando juntos, les ordenó: --No salgáis de Jerusalén, sino esperad la promesa del Padre, la cual oísteis de mí, 5porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.La ascensión
6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: --Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Les dijo: --No os toca a vosotros saber los tiempos o las ocasiones que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. 9Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y lo recibió una nube que lo ocultó de sus ojos. 10Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11los cuales les dijeron: --Galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo habéis visto ir al cielo.Elección del sucesor de Judas
12Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un sábado. 13Cuando llegaron, subieron al aposento alto, donde se alojaban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. 15En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16--Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo, por boca de David, había anunciado acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17y era contado con nosotros y tenía parte en este ministerio. 18Este, pues, que había adquirido un campo con el salario de su iniquidad, cayó de cabeza y se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama (que significa "Campo de sangre"), 20porque está escrito en el libro de los Salmos: ""Sea hecha desierta su habitación y no haya quien more en ella", "y: ""Tome otro su oficio". 21"Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho con nosotros testigo de su resurrección. 23Entonces propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24Y orando, dijeron: "Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25para que tome la parte de este ministerio y apostolado, del cual cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar". 26Entonces echaron suertes sobre ellos, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.Capítulo 2
La venida del Espíritu Santo
1Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos. 2De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran. 5Vivían entonces en Jerusalén judíos piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Al oir este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. 7Estaban atónitos y admirados, diciendo: --Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, los oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia, 10Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: --¿Qué quiere decir esto? 13Pero otros, burlándose, decían: --Están borrachos.Primer discurso de Pedro
14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: "Judíos y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras, 15pues estos no están borrachos, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16Pero esto es lo dicho por el profeta Joel: 17" "En los postreros días --dice Dios--, derramaré de mi Espíritusobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijasprofetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños; 18y de cierto sobre mis siervosy sobre mis siervas, en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19Y daré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre, fuego y vapor de humo; 20el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y glorioso. 21Y todo aquel que invoqueel nombre del Señor, será salvo". 22"Israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándolo. 24Y Dios lo levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuera retenido por ella, 25pues David dice de él: ""Veía al Señor siempre delante de mí; porque está a mi diestra,no seré conmovido. 26Por lo cual mi corazón se alegróy se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza, 27porque no dejarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia". 29"Hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne levantaría al Cristo para que se sentara en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34David no subió a los cielos, pero él mismo dice: ""Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra 35hasta que ponga a tus enemigospor estrado de tus pies ".footnote rnd=211412113 idx=26 b2.34-35/b Sal 36"Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor y Cristo". 37Al oir esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: --Hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: --Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, 39porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame. 40Y con otras muchas palabras testificaba y los exhortaba, diciendo: --Sed salvos de esta perversa generación. 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.La vida de los primeros cristianos
43Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: 45vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46Perseveraban unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.Capítulo 3
Curación de un cojo
1Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, que era la de la oración. 2Había un hombre, cojo de nacimiento, que era llevado y dejado cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban en el templo. 3Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le dieran limosna. 4Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: --Míranos. 5Entonces él los miró atento, esperando recibir de ellos algo. 6Pero Pedro dijo: --No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7Entonces lo tomó por la mano derecha y lo levantó. Al instante se le afirmaron los pies y tobillos; 8y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, saltando y alabando a Dios. 9Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios. 10Y lo reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón
11Mientras el cojo que había sido sanado tenía asidos a Pedro y a Juan, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12Al ver esto Pedro, habló al pueblo: "Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a este? 13El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. 14Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diera un homicida, 15y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 16Por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, lo ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. 17"Pero ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero Dios ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos sus profetas: que su Cristo habría de padecer. 19Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado. 21A este, ciertamente, es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo, 22pues Moisés dijo a los padres: "El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable, 23y toda alma que no oiga a aquel profeta será desarraigada del pueblo". 24"Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con nuestros padres diciendo a Abraham: "En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra". 26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijera, a fin de que cada uno se convierta de su maldad".
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