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La Biblia hoy - Nueva Versión Internacional

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
29/01/2025

Exodo 31-33

Capítulo 31

Llamamiento de Bezaleel y de Aholiab

 1El Señor habló con Moisés y le dijo: 2"Toma en cuenta que he escogido a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá, 3y lo he llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa 4para hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, 5para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y para realizar toda clase de artesanías. 6"Además, he designado como su ayudante a Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, y he dotado de habilidad a todos los artesanos para que hagan todo lo que te he mandado hacer, es decir: 7la Tienda de reunión, el arca del pacto, el propiciatorio que va encima de ella, el resto del mobiliario de la Tienda, 8la mesa y sus utensilios, el candelabro de oro puro y todos sus accesorios, el altar del incienso, 9el altar de los holocaustos y todos sus utensilios, el lavamanos con su pedestal, 10las vestiduras tejidas, tanto las vestiduras sagradas para Aarón el sacerdote como las vestiduras sacerdotales de sus hijos, 11el aceite de la unción, y el incienso aromático para el Lugar Santo. "Todo deberán hacerlo tal como te he mandado que lo hagas."

El día de reposo como señal

 12El Señor le ordenó a Moisés: 13"Diles lo siguiente a los israelitas: Ustedes deberán observar mis sábados. En todas las generaciones venideras, el sábado será una señal entre ustedes y yo, para que sepan que yo, el Señor, los he consagrado para que me sirvan.[1] 14" 'El sábado será para ustedes un día sagrado. Obsérvenlo. " Quien no lo observe será condenado a muerte. " Quien haga algún trabajo en sábado será eliminado de su pueblo. 15" 'Durante seis días se podrá trabajar, pero el día séptimo, el sábado, será de reposo consagrado al Señor. " Quien haga algún trabajo en sábado será condenado a muerte. 16"Los israelitas deberán observar el sábado. En todas las generaciones futuras será para ellos un pacto perpetuo, 17una señal eterna entre ellos y yo. "En efecto, en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, y el séptimo día descansó."

El becerro de oro

 18Y cuando terminó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, que eran dos lajas escritas por el dedo mismo de Dios.

Capítulo 32

 1Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, fueron a reunirse con Aarón y le dijeron: Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo haberle pasado! 2Aarón les respondió: Quítenles a sus mujeres los aretes de oro, y también a sus hijos e hijas, y tráiganmelos. 3Todos los israelitas se quitaron los aretes de oro que llevaban puestos, y se los llevaron a Aarón, 4quien los recibió y los fundió; luego cinceló el oro fundido e hizo un ídolo en forma de becerro. Entonces exclamó el pueblo: "Israel, ¡aquí tienes a tu dios que te sacó de Egipto!" 5Cuando Aarón vio esto, construyó un altar enfrente del becerro y anunció: Mañana haremos fiesta en honor del Señor. 6En efecto, al día siguiente los israelitas madrugaron y presentaron holocaustos y sacrificios de comunión. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y se entregó al desenfreno. 7Entonces el Señor le dijo a Moisés: Baja, porque ya se ha corrompido el pueblo que sacaste de Egipto. 8Demasiado pronto se han apartado del camino que les ordené seguir, pues no sólo han fundido oro y se han hecho un ídolo en forma de becerro, sino que se han inclinado ante él, le han ofrecido sacrificios, y han declarado: Israel, ¡aquí tienes a tu dios que te sacó de Egipto! 9"Ya me he dado cuenta de que éste es un pueblo terco añadió el Señor, dirigiéndose a Moisés. 10Tú no te metas. Yo voy a descargar mi ira sobre ellos, y los voy a destruir. Pero de ti haré una gran nación. 11Moisés intentó apaciguar al Señor su Dios, y le suplicó: Señor, ¿por qué ha de encenderse tu ira contra este pueblo tuyo, que sacaste de Egipto con gran poder y con mano poderosa? 12¿Por qué dar pie a que los egipcios digan que nos sacaste de su país con la intención de matarnos en las montañas y borrarnos de la faz de la tierra? ¡Calma ya tu enojo! ¡Aplácate y no traigas sobre tu pueblo esa desgracia! 13Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac e Israel. Tú mismo les juraste que harías a sus descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo; ¡tú les prometiste que a sus descendientes les darías toda esta tierra como su herencia eterna! 14Entonces el Señor se calmó y desistió de hacerle a su pueblo el daño que le había sentenciado. 15Moisés volvió entonces del monte. Cuando bajó, traía en sus manos las dos tablas de la ley, las cuales estaban escritas por sus dos lados. 16Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios. 17Cuando Josué oyó el ruido y los gritos del pueblo, le dijo a Moisés: Se oyen en el campamento gritos de guerra. 18Pero Moisés respondió: "Lo que escucho no son gritos de victoria, ni tampoco lamentos de derrota; más bien, lo que escucho son canciones." 19Cuando Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira y arrojó de sus manos las tablas de la ley, haciéndolas pedazos al pie del monte. 20Tomó entonces el becerro que habían hecho, lo arrojó al fuego y, luego de machacarlo hasta hacerlo polvo, lo esparció en el agua y se la dio a beber a los israelitas. 21A Aarón le dijo: ¿Qué te hizo este pueblo? ¿Por qué lo has hecho cometer semejante pecado? 22Hermano mío, no te enojes contestó Aarón. Tú bien sabes cuán inclinado al mal es este pueblo. 23Ellos me dijeron: Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo haberle pasado! 24Yo les contesté que todo el que tuviera joyas de oro se desprendiera de ellas. Ellos me dieron el oro, yo lo eché al fuego, ¡y lo que salió fue este becerro! 25Al ver Moisés que el pueblo estaba desenfrenado y que Aarón les había permitido desmandarse y convertirse en el hazmerreír de sus enemigos, 26se puso a la entrada del campamento y dijo: "Todo el que esté de parte del Señor, que se pase de mi lado." Y se le unieron todos los levitas. 27Entonces les dijo Moisés: "El Señor, Dios de Israel, ordena lo siguiente: Cíñase cada uno la espada y recorra todo el campamento de un extremo al otro, y mate al que se le ponga enfrente, sea hermano, amigo o vecino. " 28Los levitas hicieron lo que les mandó Moisés, y aquel día mataron como a tres mil israelitas. 29Entonces dijo Moisés: "Hoy han recibido ustedes plena autoridad de parte del Señor; él los ha bendecido este día, pues se pusieron en contra de sus propios hijos y hermanos." 30Al día siguiente, Moisés les dijo a los israelitas: "Ustedes han cometido un gran pecado. Pero voy a subir ahora para reunirme con el Señor, y tal vez logre yo que Dios les perdone su pecado." 31Volvió entonces Moisés para hablar con el Señor, y le dijo: ¡Qué pecado tan grande ha cometido este pueblo al hacerse dioses de oro! 32Sin embargo, yo te ruego que les perdones su pecado. Pero si no vas a perdonarlos, ¡bórrame del libro que has escrito! 33El Señor le respondió a Moisés: Sólo borraré de mi libro a quien haya pecado contra mí. 34Tú ve y lleva al pueblo al lugar del que te hablé. Delante de ti irá mi ángel. Llegará el día en que deba castigarlos por su pecado, y entonces los castigaré. 35Fue así como, por causa del becerro que había hecho Aarón, el Señor lanzó una plaga sobre el pueblo.

Capítulo 33

La presencia de Dios prometida

 1El Señor le dijo a Moisés: "Anda, vete de este lugar, junto con el pueblo que sacaste de Egipto, y dirígete a la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, Isaac y Jacob que les daría a sus descendientes. 2Enviaré un ángel delante de ti, y desalojaré a cananeos, amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. 3Ve a la tierra donde abundan la leche y la miel. Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco, y podría yo destruirlos en el camino." 4Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan demoledoras, comenzaron a llorar y nadie volvió a ponerse sus joyas, 5pues el Señor le había dicho a Moisés: "Diles a los israelitas que son un pueblo terco. Si aun por un momento tuviera que acompañarlos, podría destruirlos. Diles que se quiten esas joyas, que ya decidiré qué hacer con ellos." 6Por eso, a partir del monte Horeb los israelitas no volvieron a ponerse joyas. 7Moisés tomó una tienda de campaña y la armó a cierta distancia fuera del campamento. La llamó "la Tienda de la reunión con el Señor". Cuando alguien quería consultar al Señor, tenía que salir del campamento e ir a esa tienda. 8Siempre que Moisés se dirigía a ella, todo el pueblo se quedaba de pie a la entrada de su carpa y seguía a Moisés con la mirada, hasta que éste entraba en la Tienda de reunión. 9En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube descendía y tapaba la entrada, mientras el Señor hablaba con Moisés. 10Cuando los israelitas veían que la columna de nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se inclinaban a la entrada de su carpa y adoraban al Señor. 11Y hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo. Después de eso, Moisés regresaba al campamento; pero Josué, su joven asistente, nunca se apartaba de la Tienda de reunión. 12Moisés le dijo al Señor: Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. 13Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo. 14Yo mismo iré contigo y te daré descanso respondió el Señor. 15O vas con todos nosotros replicó Moisés, o mejor no nos hagas salir de aquí. 16Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra? 17Está bien, haré lo que me pides le dijo el Señor a Moisés, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo.[2] 18Déjame verte en todo tu esplendor insistió Moisés. 19Y el Señor le respondió: Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo. 20Pero debo aclararte que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida. 21"Cerca de mí hay un lugar sobre una roca añadió el Señor. Puedes quedarte allí. 22Cuando yo pase en todo mi esplendor, te pondré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano, hasta que haya pasado. 23Luego, retiraré la mano y podrás verme la espalda. Pero mi rostro no lo verás.

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