Saltar al contenido

La Biblia hoy - Nueva Versión Internacional

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
24/01/2025

Exodo 16-19

Capítulo 16

Dios da el maná

 1Toda la comunidad israelita partió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí. Esto ocurrió a los quince días del mes segundo, contados a partir de su salida de Egipto. 2Allí, en el desierto, toda la comunidad murmuró contra Moisés y Aarón: 3¡Cómo quisiéramos que el Señor nos hubiera quitado la vida en Egipto! les decían los israelitas. Allá nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. ¡Ustedes han traído nuestra comunidad a este desierto para matarnos de hambre a todos! 4Entonces el Señor le dijo a Moisés: "Voy a hacer que les llueva pan del cielo. El pueblo deberá salir todos los días a recoger su ración diaria. Voy a ponerlos a prueba, para ver si cumplen o no mis instrucciones. 5El día sexto recogerán una doble porción, y todo esto lo dejarán preparado." 6Moisés y Aarón les dijeron a todos los israelitas: Esta tarde sabrán que fue el Señor quien los sacó de Egipto, 7y mañana por la mañana verán la gloria del Señor. Ya él sabe que ustedes andan murmurando contra él. Nosotros no somos nadie, para que ustedes murmuren contra nosotros. 8Y añadió Moisés: Esta tarde el Señor les dará a comer carne, y mañana los saciará de pan, pues ya los oyó murmurar contra él. Porque ¿quiénes somos nosotros? ¡Ustedes no están murmurando contra nosotros sino contra el Señor! 9Luego se dirigió Moisés a Aarón: Dile a toda la comunidad israelita que se acerque al Señor, pues los ha oído murmurar contra él. 10Mientras Aarón hablaba con toda la comunidad israelita, volvieron la mirada hacia el desierto, y vieron que la gloria del Señor se hacía presente en una nube. 11El Señor habló con Moisés y le dijo: 12"Han llegado a mis oídos las murmuraciones de los israelitas. Diles que antes de que caiga la noche comerán carne, y que mañana por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios." 13Esa misma tarde el campamento se llenó de codornices, y por la mañana una capa de rocío rodeaba el campamento. 14Al desaparecer el rocío, sobre el desierto quedaron unos copos muy finos, semejantes a la escarcha que cae sobre la tierra. 15Como los israelitas no sabían lo que era, al verlo se preguntaban unos a otros: "¿Y esto qué es?" Moisés les respondió: Es el pan que el Señor les da para comer. 16Y éstas son las órdenes que el Señor me ha dado: Recoja cada uno de ustedes la cantidad que necesite para toda la familia, calculando dos litros por persona. 17Así lo hicieron los israelitas. Algunos recogieron mucho; otros recogieron poco. 18Pero cuando lo midieron por litros, ni al que recogió mucho le sobraba, ni al que recogió poco le faltaba: cada uno recogió la cantidad necesaria. 19Entonces Moisés les dijo: Nadie debe guardar nada para el día siguiente. 20Hubo algunos que no le hicieron caso a Moisés y guardaron algo para el día siguiente, pero lo guardado se llenó de gusanos y comenzó a apestar. Entonces Moisés se enojó contra ellos. 21Todas las mañanas cada uno recogía la cantidad que necesitaba, porque se derretía en cuanto calentaba el sol. 22Pero el día sexto recogieron el doble, es decir, cuatro litros por persona, así que los jefes de la comunidad fueron a informar de esto a Moisés. 23Esto es lo que el Señor ha ordenado les contestó. Mañana sábado es día de reposo consagrado al Señor. Así que cuezan lo que tengan que cocer, y hiervan lo que tengan que hervir. Lo que sobre, apártenlo y guárdenlo para mañana. 24Los israelitas cumplieron las órdenes de Moisés y guardaron para el día siguiente lo que les sobró, ¡y no se pudrió ni se agusanó! 25Cómanlo hoy sábado les dijo Moisés, que es el día de reposo consagrado al Señor. Hoy no encontrarán nada en el campo. 26Deben recogerlo durante seis días, porque el día séptimo, que es sábado, no encontrarán nada. 27Algunos israelitas salieron a recogerlo el día séptimo, pero no encontraron nada, 28así que el Señor le dijo a Moisés: "¿Hasta cuándo seguirán desobedeciendo mis leyes y mandamientos? 29Tomen en cuenta que yo, el Señor, les he dado el sábado. Por eso en el día sexto les doy pan para dos días. El día séptimo nadie debe salir. Todos deben quedarse donde estén." 30Fue así como los israelitas descansaron el día séptimo. 31Y llamaron al pan "maná". Era blanco como la semilla de cilantro, y dulce como las tortas con miel. 32Esto es lo que ha ordenado el Señor dijo Moisés: Tomen unos dos litros de maná, y guárdenlos para que las generaciones futuras puedan ver el pan que yo les di a comer en el desierto, cuando los saqué de Egipto. 33Luego Moisés le dijo a Aarón: Toma una vasija y pon en ella unos dos litros de maná. Colócala después en la presencia del Señor, a fin de conservarla para las generaciones futuras. 34Aarón puso el maná ante el arca del pacto, para que fuera conservado como se lo ordenó el Señor a Moisés. 35Comieron los israelitas maná cuarenta años, hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán, que fue su país de residencia. 36La medida de dos litros, a la que llamaban gómer, era la décima parte de la medida a la que llamaban efa.[5]

Capítulo 17

Agua de la roca

 1Toda la comunidad israelita partió del desierto de Sin por etapas, según lo había ordenado el Señor. Acamparon en Refidín, pero no había allí agua para que bebieran, 2así que altercaron con Moisés. Danos agua para beber le exigieron. ¿Por qué pelean conmigo? se defendió Moisés. ¿Por qué provocan al Señor? 3Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés. ¿Para qué nos sacaste de Egipto? reclamaban. ¿Sólo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado? 4Clamó entonces Moisés al Señor, y le dijo: ¿Qué voy a hacer con este pueblo? ¡Sólo falta que me maten a pedradas! 5Adelántate al pueblo le aconsejó el Señor y llévate contigo a algunos ancianos de Israel, pero lleva también la vara con que golpeaste el Nilo. Ponte en marcha, 6que yo estaré esperándote junto a la roca que está en Horeb. Aséstale un golpe a la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo. Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel. 7Además, a ese lugar lo llamó Masá, y también Meribá, porque los israelitas habían altercado con él y provocado al Señor al decir: "¿Está o no está el Señor entre nosotros?"

Guerra con Amalec

 8Los amalecitas vinieron a Refidín y atacaron a los israelitas. 9Entonces Moisés le ordenó a Josué: "Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios en la mano." 10Josué siguió las órdenes de Moisés y les presentó batalla a los amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina. 11Mientras Moisés mantenía los brazos en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas. 12Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella; luego Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol. 13Fue así como Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada. 14Entonces el Señor le dijo a Moisés: "Pon esto por escrito en un rollo de cuero, para que se recuerde, y que lo oiga bien Josué: Yo borraré por completo, bajo el cielo, todo rastro de los amalecitas." 15Moisés edificó un altar y lo llamó "El Señor es mi estandarte". 16Y exclamó: "¡Echa mano al estandarte del Señor! ¡La guerra del Señor contra Amalec será de generación en generación!"

Capítulo 18

Jetro visita a Moisés

 1Todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y la manera como el Señor había sacado a Israel de Egipto, llegó a oídos de Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés. 2Cuando Moisés despidió a Séfora, su esposa, Jetro la recibió a ella 3y a sus dos hijos. Uno de ellos se llamaba Guersón, porque dijo Moisés: "Soy un extranjero en tierra extraña"; 4el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: "El Dios de mi padre me ayudó y me salvó de la espada del faraón." 5Jetro fue al desierto para ver a Moisés, que estaba acampando junto a la montaña de Dios. Lo acompañaban la esposa y los hijos de Moisés. 6Jetro le había avisado: "Yo, tu suegro Jetro, voy a verte. Me acompañan tu esposa y tus dos hijos." 7Moisés salió al encuentro de su suegro, se inclinó delante de él y lo besó. Luego de intercambiar saludos y desearse lo mejor, entraron en la tienda de campaña. 8Allí Moisés le contó a su suegro todo lo que el Señor les había hecho al faraón y a los egipcios en favor de Israel, todas las dificultades con que se habían encontrado en el camino, y cómo el Señor los había salvado. 9Jetro se alegró de saber que el Señor había tratado bien a Israel y lo había rescatado del poder de los egipcios, 10y exclamó: "¡Alabado sea el Señor, que los salvó a ustedes del poder de los egipcios! ¡Alabado sea el que salvó a los israelitas del poder opresor del faraón! 11Ahora sé que el Señor es más grande que todos los dioses, por lo que hizo a quienes trataron a Israel con arrogancia." 12Dicho esto, Jetro le presentó a Dios un holocausto y otros sacrificios, y Aarón y todos los ancianos de Israel se sentaron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

Nombramiento de jueces

 13Al día siguiente, Moisés ocupó su lugar como juez del pueblo, y los israelitas estuvieron de pie ante Moisés desde la mañana hasta la noche. 14Cuando su suegro vio cómo procedía Moisés con el pueblo, le dijo: ¡Pero qué es lo que haces con esta gente! ¿Cómo es que sólo tú te sientas, mientras todo este pueblo se queda de pie ante ti desde la mañana hasta la noche? 15Es que el pueblo viene a verme para consultar a Dios le contestó Moisés. 16Cuando tienen algún problema, me lo traen a mí para que yo dicte sentencia entre las dos partes. Además, les doy a conocer las leyes y las enseñanzas de Dios. 17No está bien lo que estás haciendo le respondió su suegro, 18pues te cansas tú y se cansa la gente que te acompaña. La tarea es demasiado pesada para ti; no la puedes desempeñar tú solo. 19Oye bien el consejo que voy a darte, y que Dios te ayude. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los problemas que ellos tienen. 20A ellos los debes instruir en las leyes y en las enseñanzas de Dios, y darles a conocer la conducta que deben llevar y las obligaciones que deben cumplir. 21Elige tú mismo entre el pueblo hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan las ganancias mal habidas, y desígnalos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. 22Serán ellos los que funjan como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los traerán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla. 23Si pones esto en práctica y Dios así te lo ordena, podrás aguantar; el pueblo, por su parte, se irá a casa satisfecho. 24Moisés atendió a la voz de su suegro y siguió sus sugerencias. 25Escogió entre todos los israelitas hombres capaces, y los puso al frente de los israelitas como jefes de mil, cien, cincuenta y diez personas. 26Estos jefes fungían como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos pero remitiendo a Moisés los casos difíciles. 27Más tarde Moisés despidió a su suegro, quien volvió entonces a su país.

Capítulo 19

Israel en Sinaí

 1Los israelitas llegaron al desierto de Sinaí a los tres meses de haber salido de Egipto. 2Después de partir de Refidín, se internaron en el desierto de Sinaí, y allí en el desierto acamparon, frente al monte, 3al cual subió Moisés para encontrarse con Dios. Y desde allí lo llamó el Señor y le dijo: "Anúnciale esto al pueblo de Jacob; declárale esto al pueblo de Israel: 4Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto, y de que los he traído hacia mí como sobre alas de águila. 5Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, 6ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. "Comunícales todo esto a los israelitas." 7Moisés volvió y convocó a los ancianos del pueblo para exponerles todas estas palabras que el Señor le había ordenado comunicarles, 8y todo el pueblo respondió a una sola voz: "Cumpliremos con todo lo que el Señor nos ha ordenado." Así que Moisés le llevó al Señor la respuesta del pueblo, 9y el Señor le dijo: Voy a presentarme ante ti en medio de una densa nube, para que el pueblo me oiga hablar contigo y así tenga siempre confianza en ti. Moisés refirió al Señor lo que el pueblo le había dicho, 10y el Señor le dijo: Ve y consagra al pueblo hoy y mañana. Diles que laven sus ropas 11y que se preparen para el tercer día, porque en ese mismo día yo descenderé sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. 12Pon un cerco alrededor del monte para que el pueblo no pase. Diles que no suban al monte, y que ni siquiera pongan un pie en él, pues cualquiera que lo toque será condenado a muerte. 13Sea hombre o animal, no quedará con vida. Quien se atreva a tocarlo, morirá a pedradas o a flechazos. Sólo podrán subir al monte cuando se oiga el toque largo de la trompeta. 14En cuanto Moisés bajó del monte, consagró al pueblo; ellos, por su parte, lavaron sus ropas. 15Luego Moisés les dijo: "Prepárense para el tercer día, y absténganse de relaciones sexuales." 16En la madrugada del tercer día hubo truenos y relámpagos, y una densa nube se posó sobre el monte. Un toque muy fuerte de trompeta puso a temblar a todos los que estaban en el campamento. 17Entonces Moisés sacó del campamento al pueblo para que fuera a su encuentro con Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte Sinaí. 18El monte estaba cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en medio de fuego. Era tanto el humo que salía del monte, que parecía un horno; todo el monte se sacudía violentamente, 19y el sonido de la trompeta era cada vez más fuerte. Entonces habló Moisés, y Dios le respondió en el trueno.[1] 20El Señor descendió a la cumbre del monte Sinaí, y desde allí llamó a Moisés para que subiera. Cuando Moisés llegó a la cumbre, 21el Señor le dijo: Baja y advierte al pueblo que no intenten ir más allá del cerco para verme, no sea que muchos de ellos pierdan la vida. 22Hasta los sacerdotes que se acercan a mí deben consagrarse; de lo contrario, yo arremeteré contra ellos. 23Moisés le dijo al Señor: El pueblo no puede subir al monte Sinaí, pues tú mismo nos has advertido: Pon un cerco alrededor del monte, y conságramelo. 24El Señor le respondió: Baja y dile a Aarón que suba contigo. Pero ni los sacerdotes ni el pueblo deben intentar subir adonde estoy, pues de lo contrario, yo arremeteré contra ellos. 25Moisés bajó y repitió eso mismo al pueblo.

La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by www.biblica.com, Inc.®. All rights reserved worldwide.