La Biblia hoy - Nueva Versión Internacional
Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año
Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 38
Judá y Tamar
1Por esos días, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, residente del pueblo de Adulán. 2Allí Judá conoció a una mujer, hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Luego de tener relaciones con él, 3ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er. 4Tiempo después volvió a concebir, y dio a luz otro hijo, al que llamó Onán. 5Pasado el tiempo tuvo otro hijo, al que llamó Selá, el cual nació en Quezib. 6Judá consiguió para Er, su hijo mayor, una esposa que se llamaba Tamar. 7Pero al Señor no le agradó la conducta del primogénito de Judá, y le quitó la vida. 8Entonces Judá le dijo a Onán: "Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado; así le darás descendencia a tu hermano." 9Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia. 10Esta conducta ofendió mucho al Señor, así que también a él le quitó la vida. 11Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar: "Quédate como viuda en la casa de tu padre, hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse." Pero en realidad Judá pensaba que Selá podría morirse, lo mismo que sus hermanos. Así que Tamar se fue a vivir a la casa de su padre. 12Después de mucho tiempo, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Al concluir el tiempo de duelo, Judá fue al pueblo de Timnat para esquilar sus ovejas. Lo acompañó su amigo Hirá, el adulanita. 13Cuando Tamar se enteró de que su suegro se dirigía hacia Timnat para esquilar sus ovejas, 14se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera, y se sentó a la entrada del pueblo de Enayin, que está en el camino a Timnat. Esto lo hizo porque se dio cuenta de que Selá ya tenía edad de casarse y aún no se lo daban a ella por esposo. 15Cuando Judá la vio con el rostro cubierto, la tomó por una prostituta. 16No sabiendo que era su nuera, se acercó a la orilla del camino y le dijo: Deja que me acueste contigo. ¿Qué me das si te digo que sí? le preguntó ella. 17Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño respondió Judá. Está bien respondió ella, pero déjame algo en garantía hasta que me lo mandes. 18¿Qué prenda quieres que te deje? preguntó Judá. Dame tu sello y su cordón, y el bastón que llevas en la mano respondió Tamar. Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada. 19Cuando ella se levantó, se fue inmediatamente de allí, se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda. 20Más tarde, Judá envió el cabrito por medio de su amigo adulanita, para recuperar las prendas que había dejado con la mujer; pero su amigo no dio con ella. 21Entonces le preguntó a la gente del lugar: ¿Dónde está la prostituta de Enayin, la que se sentaba junto al camino? Aquí nunca ha habido una prostituta así le contestaron. 22El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo: No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como ésa. 23Que se quede con las prendas replicó Judá; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste. 24Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente: Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada. ¡Sáquenla y quémenla! exclamó Judá. 25Pero cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: "El dueño de estas prendas fue quien me embarazó. A ver si reconoce usted de quién son este sello, el cordón del sello, y este bastón." 26Judá los reconoció y declaró: "Su conducta es más justa que la mía, pues yo no la di por esposa a mi hijo Selá." Y no volvió a acostarse con ella. 27Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, resultó que tenía mellizos en su seno. 28En el momento de nacer, uno de los mellizos sacó la mano; la partera le ató un hilo rojo en la mano, y dijo: "Éste salió primero." 29Pero en ese momento el niño metió la mano, y salió primero el otro. Entonces la partera dijo: "¡Cómo te abriste paso!" Por eso al niño lo llamaron Fares. 30Luego salió su hermano, con el hilo rojo atado en la mano, y lo llamaron Zera.[3]Capítulo 39
José y la esposa de Potifar
1Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allá lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia. 2Ahora bien, el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, 3éste se dio cuenta de que el Señor estaba con José y lo hacía prosperar en todo. 4José se ganó la confianza de Potifar, y éste lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes. 5Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. 6Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan sólo se preocupaba por lo que tenía que comer. José tenía muy buen físico y era muy atractivo. 7Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso: Acuéstate conmigo. 8Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó: Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí. 9En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios? 10Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo. 11Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades. 12Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: "¡Acuéstate conmigo!" Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa. 13Al ver ella que él había dejado el manto en sus manos y había salido corriendo, 14llamó a los siervos de la casa y les dijo: "¡Miren!, el hebreo que nos trajo mi esposo sólo ha venido a burlarse de nosotros. Entró a la casa con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas. 15En cuanto me oyó gritar, salió corriendo y dejó su manto a mi lado." 16La mujer guardó el manto de José hasta que su marido volvió a su casa. 17Entonces le contó la misma historia: "El esclavo hebreo que nos trajiste quiso aprovecharse de mí. 18Pero en cuanto grité con todas mis fuerzas, salió corriendo y dejó su manto a mi lado." 19Cuando el patrón de José escuchó de labios de su mujer cómo la había tratado el esclavo, se enfureció 20y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey. Pero aun en la cárcel 21el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, 22el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. 23Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.Capítulo 40
José interpreta dos sueños
1Tiempo después, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor. 2El faraón se enojó contra estos dos funcionarios suyos, es decir, contra el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, 3así que los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, que era la misma cárcel donde estaba preso José. 4Allí el capitán de la guardia le encargó a José que atendiera a estos funcionarios. Después de haber estado algún tiempo en la cárcel, 5una noche los dos funcionarios, es decir, el copero y el panadero, tuvieron cada uno un sueño, cada sueño con su propio significado. 6A la mañana siguiente, cuando José fue a verlos, los encontró muy preocupados, 7y por eso les preguntó: ¿Por qué andan hoy tan cabizbajos? 8Los dos tuvimos un sueño respondieron, y no hay nadie que nos lo interprete. ¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? preguntó José. ¿Por qué no me cuentan lo que soñaron? 9Entonces el jefe de los coperos le contó a José el sueño que había tenido: Soñé que frente a mí había una vid, 10la cual tenía tres ramas. En cuanto la vid echó brotes, floreció; y maduraron las uvas en los racimos. 11Yo tenía la copa del faraón en la mano. Tomé las uvas, las exprimí en la copa, y luego puse la copa en manos del faraón. 12Entonces José le dijo: Ésta es la interpretación de su sueño: Las tres ramas son tres días. 13Dentro de los próximos tres días el faraón lo indultará a usted y volverá a colocarlo en su cargo. Usted volverá a poner la copa del faraón en su mano, tal como lo hacía antes, cuando era su copero. 14Yo le ruego que no se olvide de mí. Por favor, cuando todo se haya arreglado, háblele usted de mí al faraón para que me saque de esta cárcel. 15A mí me trajeron por la fuerza, de la tierra de los hebreos. ¡Yo no hice nada aquí para que me echaran en la cárcel! 16Al ver que la interpretación había sido favorable, el jefe de los panaderos le dijo a José: Yo también tuve un sueño. En ese sueño, llevaba yo tres canastas de pan sobre la cabeza. 17En la canasta de arriba había un gran surtido de repostería para el faraón, pero las aves venían a comer de la canasta que llevaba sobre la cabeza. 18José le respondió: Ésta es la interpretación de su sueño: Las tres canastas son tres días. 19Dentro de los próximos tres días, el faraón mandará que a usted lo decapiten y lo cuelguen de un árbol, y las aves devorarán su cuerpo. 20En efecto, tres días después el faraón celebró su cumpleaños y ofreció una gran fiesta para todos sus funcionarios. En presencia de éstos, mandó sacar de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos. 21Al jefe de los coperos lo restituyó en su cargo para que, una vez más, pusiera la copa en manos del faraón. 22Pero, tal como lo había predicho José, al jefe de los panaderos mandó que lo ahorcaran. 23Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo.La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by www.biblica.com, Inc.®. All rights reserved worldwide.