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Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 20
La resurrección
1El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. 2Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: --¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto! 3Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro. 4Ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro. 5Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. 6Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas 7y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte. 8En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. 9Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar. 10Los discípulos regresaron a su casa,Jesús se aparece a María Magdalena
11pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 12y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13--¿Por qué lloras, mujer? --le preguntaron los ángeles. --Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto --les respondió. 14Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. 15Jesús le dijo: --¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: --Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él. 16--María --le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: --¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro). 17--Suéltame,* porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: 'Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.' 18María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. "¡He visto al Señor!", exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.Jesús se aparece a los discípulos
19Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. --¡La paz sea con ustedes! 20Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. 21--¡La paz sea con ustedes! --repitió Jesús--. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. 22Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: --Reciban el Espíritu Santo. 23A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.Incredulidad de Tomás
24Tomás, al que apodaban el Gemelo,* y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. 25Así que los otros discípulos le dijeron: --¡Hemos visto al Señor! --Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré --repuso Tomás. 26Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. --¡La paz sea con ustedes! 27Luego le dijo a Tomás: --Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe. 28--¡Señor mío y Dios mío! --exclamó Tomás. 29--Porque me has visto, has creído --le dijo Jesús--; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.El propósito del libro
30Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. 31Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida.Capítulo 21
Jesús se aparece a siete de sus discípulos
1Después de esto Jesús se apareció de nuevo a sus discípulos, junto al lago de Tiberíades.* Sucedió de esta manera: 2Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (al que apodaban el Gemelo*), Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos. 3--Me voy a pescar --dijo Simón Pedro. --Nos vamos contigo --contestaron ellos. Salieron, pues, de allí y se embarcaron, pero esa noche no pescaron nada. 4Al despuntar el alba Jesús se hizo presente en la orilla, pero los discípulos no se dieron cuenta de que era él. 5--Muchachos, ¿no tienen algo de comer? --les preguntó Jesús. --No --respondieron ellos. 6--Tiren la red a la derecha de la barca, y pescarán algo. Así lo hicieron, y era tal la cantidad de pescados que ya no podían sacar la red. 7--¡Es el Señor! --dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba. Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: "Es el Señor", se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua. 8Los otros discípulos lo siguieron en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a escasos cien metros* de la orilla. 9Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan. 10--Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar --les dijo Jesús. 11Simón Pedro subió a bordo y arrastró hasta la orilla la red, la cual estaba llena de pescados de buen tamaño. Eran ciento cincuenta y tres, pero a pesar de ser tantos la red no se rompió. 12--Vengan a desayunar --les dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres tú?", aunque sabían que era el Señor. 13Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, e hizo lo mismo con el pescado. 14Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado.Apacienta mis ovejas
15Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: --Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? --Sí, Señor, tú sabes que te quiero --contestó Pedro. --Apacienta mis corderos --le dijo Jesús. 16Y volvió a preguntarle: --Simón, hijo de Juan, ¿me amas? --Sí, Señor, tú sabes que te quiero. --Cuida de mis ovejas. 17Por tercera vez Jesús le preguntó: --Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: "¿Me quieres?" Así que le dijo: --Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. --Apacienta mis ovejas --le dijo Jesús--. 18De veras te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará a donde no quieras ir. 19Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Después de eso añadió: --¡Sígueme!El discípulo amado
20Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre Jesús y le había dicho: "Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?" 21Al verlo, Pedro preguntó: --Señor, ¿y éste, qué? 22--Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme no más. 23Por este motivo corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino solamente: "Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?" 24Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y las escribió. Y estamos convencidos de que su testimonio es verídico. 25Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que ni en el mundo entero cabrían los libros que se escribieran.
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