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La Biblia hoy - Nueva Versión Internacional

Un plan de lectura bíblica diaria para leer toda la Biblia en un año

Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:

  • Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.

  • Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.

  • Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?

  • Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.

Fecha seleccionada
03/11/2024

Juan 7-8

Capítulo 7

Incredulidad de los hermanos de Jesús

 1Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo. 2Faltaba poco tiempo para la fiesta judía de los Tabernáculos, 3así que los hermanos de Jesús le dijeron: --Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que realizas, 4porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca. 5Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él. 6Por eso Jesús les dijo: --Para ustedes cualquier tiempo es bueno, pero el tiempo mío aún no ha llegado. 7El mundo no tiene motivos para aborrecerlos; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas. 8Suban ustedes a la fiesta. Yo no voy todavía* a esta fiesta porque mi tiempo aún no ha llegado. 9Dicho esto, se quedó en Galilea.

Jesús en la fiesta de los tabernáculos

 10Sin embargo, después que sus hermanos se fueron a la fiesta, fue también él, no públicamente sino en secreto. 11Por eso las autoridades judías lo buscaban durante la fiesta, y decían: "¿Dónde se habrá metido?" 12Entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: "Es una buena persona." Otros alegaban: "No, lo que pasa es que engaña a la gente." 13Sin embargo, por temor a los judíos nadie hablaba de él abiertamente. 14Jesús esperó hasta la mitad de la fiesta para subir al templo y comenzar a enseñar. 15Los judíos se admiraban y decían: "¿De dónde sacó éste tantos conocimientos sin haber estudiado?" 16--Mi enseñanza no es mía --replicó Jesús-- sino del que me envió. 17El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta. 18El que habla por cuenta propia busca su vanagloria; en cambio, el que busca glorificar al que lo envió es una persona íntegra y sin doblez. 19¿No les ha dado Moisés la ley a ustedes? Sin embargo, ninguno de ustedes la cumple. ¿Por qué tratan entonces de matarme? 20--Estás endemoniado --contestó la multitud--. ¿Quién quiere matarte? 21--Hice un milagro y todos ustedes han quedado asombrados. 22Por eso Moisés les dio la circuncisión, que en realidad no proviene de Moisés sino de los patriarcas, y aun en sábado la practican. 23Ahora bien, si para cumplir la ley de Moisés circuncidan a un varón incluso en sábado, ¿por qué se enfurecen conmigo si en sábado lo sano por completo? 24No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia.

¿Es éste el Cristo?

 25Algunos de los que vivían en Jerusalén comentaban: "¿No es éste al que quieren matar? 26Ahí está, hablando abiertamente, y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades se han convencido de que es el Cristo? 27Nosotros sabemos de dónde viene este hombre, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá su procedencia." 28Por eso Jesús, que seguía enseñando en el templo, exclamó: --¡Con que ustedes me conocen y saben de dónde vengo! No he venido por mi propia cuenta, sino que me envió uno que es digno de confianza. Ustedes no lo conocen, 29pero yo sí lo conozco porque vengo de parte suya, y él mismo me ha enviado. 30Entonces quisieron arrestarlo, pero nadie le echó mano porque aún no había llegado su hora. 31Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: "Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?"

Los fariseos envían alguaciles para prender a Jesús

 32Los fariseos oyeron a la multitud que murmuraba estas cosas acerca de él, y junto con los jefes de los sacerdotes mandaron unos guardias del templo para arrestarlo. 33--Voy a estar con ustedes un poco más de tiempo --afirmó Jesús--, y luego volveré al que me envió. 34Me buscarán, pero no me encontrarán, porque a donde yo esté no podrán ustedes llegar. 35"¿Y éste a dónde piensa irse que no podamos encontrarlo? --comentaban entre sí los judíos--. ¿Será que piensa ir a nuestra gente dispersa entre las naciones,* para enseñar a los griegos? 36¿Qué quiso decir con eso de que 'me buscarán, pero no me encontrarán', y á donde yo esté no podrán ustedes llegar'?"

Ríos de agua viva

 37En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: --¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! 38De aquel que cree en mí, como dice* la Escritura, brotarán ríos de agua viva. 39Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.

División entre la gente

 40Al oír sus palabras, algunos de entre la multitud decían: "Verdaderamente éste es el profeta." 41Otros afirmaban: "¡Es el Cristo!" Pero otros objetaban: "¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea? 42¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?" 43Por causa de Jesús la gente estaba dividida. 44Algunos querían arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima.

¡Nunca ha hablado hombre así!

 45Los guardias del templo volvieron a los jefes de los sacerdotes y a los fariseos, quienes los interrogaron: --¿Se puede saber por qué no lo han traído? 46--¡Nunca nadie ha hablado como ese hombre! --declararon los guardias. 47--¿Así que también ustedes se han dejado engañar? --replicaron los fariseos--. 48¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos? 49¡No! Pero esta gente, que no sabe nada de la ley, está bajo maldición. 50Nicodemo, que era uno de ellos y que antes había ido a ver a Jesús, les interpeló: 51--¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace? 52--¿No eres tú también de Galilea? --protestaron--. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.* 53Entonces todos se fueron a casa.

Capítulo 8

La mujer adúltera

 1Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. 2Al amanecer se presentó de nuevo en el templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles. 3Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio del grupo 4le dijeron a Jesús: --Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. 5En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices? 6Con esta pregunta le estaban tendiendo una trampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo. 7Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo: --Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. 8E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. 9Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí. 10Entonces él se incorporó y le preguntó: --Mujer, ¿dónde están?* ¿Ya nadie te condena? 11--Nadie, Señor. --Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.

Jesús, la luz del mundo

 12Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: --Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 13--Tú te presentas como tu propio testigo --alegaron los fariseos--, así que tu testimonio no es válido. 14--Aunque yo sea mi propio testigo --repuso Jesús--, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. 15Ustedes juzgan según criterios humanos; yo, en cambio, no juzgo a nadie. 16Y si lo hago, mis juicios son válidos porque no los emito por mi cuenta sino en unión con el Padre que me envió. 17En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. 18Uno de mis testigos soy yo mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí. 19--¿Dónde está tu padre? --Si supieran quién soy yo, sabrían también quién es mi Padre. 20Estas palabras las dijo Jesús en el lugar donde se depositaban las ofrendas, mientras enseñaba en el templo. Pero nadie le echó mano porque aún no había llegado su tiempo.

A donde yo voy, vosotros no podéis venir

 21De nuevo Jesús les dijo: --Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero en su pecado morirán. A donde yo voy, ustedes no pueden ir. 22Comentaban, por tanto, los judíos: "¿Acaso piensa suicidarse? ¿Será por eso que dice: Á donde yo voy, ustedes no pueden ir'?" 23--Ustedes son de aquí abajo --continuó Jesús--; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24Por eso les he dicho que morirán en sus pecados, pues si no creen que yo soy el que afirmo ser,* en sus pecados morirán. 25--¿Quién eres tú? --le preguntaron. --En primer lugar, ¿qué tengo que explicarles?* --contestó Jesús--. 26Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es veraz, y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo. 27Ellos no entendieron que les hablaba de su Padre. 28Por eso Jesús añadió: --Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán ustedes que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado. 29El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada. 30Mientras aún hablaba, muchos creyeron en él.

La verdad os hará libres

 31Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo: --Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; 32y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. 33--Nosotros somos descendientes de Abraham --le contestaron--, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados? 34--Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado --respondió Jesús--. 35Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre. 36Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres. 37Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham. Sin embargo, procuran matarme porque no está en sus planes aceptar mi palabra. 38Yo hablo de lo que he visto en presencia del Padre; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado.

Sois de vuestro padre el diablo

 39--Nuestro padre es Abraham --replicaron. --Si fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo. 40Ustedes, en cambio, quieren matarme, ¡a mí, que les he expuesto la verdad que he recibido de parte de Dios! Abraham jamás haría tal cosa. 41Las obras de ustedes son como las de su padre. --Nosotros no somos hijos nacidos de prostitución --le reclamaron--. Un solo Padre tenemos, y es Dios mismo. 42--Si Dios fuera su Padre --les contestó Jesús--, ustedes me amarían, porque yo he venido de Dios y aquí me tienen. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió. 43¿Por qué no entienden mi modo de hablar? Porque no pueden aceptar mi palabra. 44Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! 45Y sin embargo a mí, que les digo la verdad, no me creen. 46¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen? 47El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan, porque no son de Dios.

La preexistencia de Cristo

 48--¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano, y que estás endemoniado? --replicaron los judíos. 49--No estoy poseído por ningún demonio --contestó Jesús--. Tan sólo honro a mi Padre; pero ustedes me deshonran a mí. 50Yo no busco mi propia gloria; pero hay uno que la busca, y él es el juez. 51Ciertamente les aseguro que el que cumple mi palabra, nunca morirá. 52--¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! --exclamaron los judíos--. Abraham murió, y también los profetas, pero tú sales diciendo que si alguno guarda tu palabra, nunca morirá. 53¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham? Él murió, y también murieron los profetas. ¿Quién te crees tú? 54--Si yo me glorifico a mí mismo --les respondió Jesús--, mi gloria no significa nada. Pero quien me glorifica es mi Padre, el que ustedes dicen que es su Dios, 55aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco. Si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes; pero lo conozco y cumplo su palabra. 56Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró. 57--Ni a los cincuenta años llegas --le dijeron los judíos--, ¿y has visto a Abraham? 58--Ciertamente les aseguro que, antes que Abraham naciera, ¡yo soy! 59Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió inadvertido del templo.*

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