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Al leer la Biblia cada día, permita que las Escrituras le hablen. Aquí tiene algunos consejos:
Antes de comenzar su lectura ore a Dios pidiéndole que él le hable por su Palabra.
Busque un lugar tranquilo y lea el texto con atención.
Hágase ciertas preguntas: ¿Por qué escribió Dios esto? ¿Qué me quiere enseñar? ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?
Ore al Señor pidiéndole que le dé el poder para poner en práctica lo aprendido.
Capítulo 23
1Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Hermanos, hasta este día yo he vivido delante de Dios con una conciencia perfectamente limpia. 2Y el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban junto a él, que lo golpearan en la boca. 3Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Te sientas tú para juzgarme conforme a la ley, y violas la ley ordenando que me golpeen? 4Los que estaban allí observando, dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? 5Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que él era el sumo sacerdote; porque escrito está: NO HABLARAS MAL DE UNA DE LAS AUTORIDADES DE TU PUEBLO. 6Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos. 7Cuando dijo esto, se produjo un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. 8Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mas los fariseos creen todo esto. 9Se produjo entonces un gran alboroto; y levantándose algunos de los escribas del grupo de los fariseos, discutían acaloradamente, diciendo: No encontramos nada malo en este hombre; pero ¿y si un espíritu o un ángel le ha hablado? 10Y al surgir un gran altercado, el comandante tuvo temor de que Pablo fuera despedazado por ellos, y ordenó que las tropas descendieran, lo sacaran de entre ellos a la fuerza y lo llevaran al cuartel. 11A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: Ten ánimo, porque como has testificado fielmente de mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma.Complot contra Pablo
12Cuando se hizo de día, los judíos tramaron una conspiración y se comprometieron bajo juramento, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo. 13Y los que tramaron esta conjura eran más de cuarenta, 14los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nos hemos comprometido bajo solemne juramento a no probar nada hasta que hayamos matado a Pablo. 15Ahora pues, vosotros y el concilio, avisad al comandante para que lo haga comparecer ante vosotros, como si quisierais hacer una investigación más minuciosa para resolver su caso; nosotros por nuestra parte estamos listos para matarlo antes de que llegue. 16Pero el hijo de la hermana de Pablo se enteró de la emboscada, y fue y entró al cuartel, y dio aviso a Pablo. 17Y Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven al comandante, porque tiene algo que informarle. 18El entonces, tomándolo consigo, lo condujo al comandante, y le dijo: Pablo, el preso, me llamó y me pidió que te trajera a este joven, pues tiene algo que decirte. 19Y el comandante, tomándolo de la mano, y llevándolo aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que me tienes que informar? 20Y él respondió: Los judíos se han puesto de acuerdo en pedirte que mañana lleves a Pablo al concilio con el pretexto de hacer una indagación más a fondo sobre él. 21Pero no les prestes atención, porque más de cuarenta hombres de ellos, que se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado, esperan emboscados; ya están listos esperando promesa de parte tuya. 22Entonces el comandante dejó ir al joven, encomendándole: No digas a nadie que me has informado de estas cosas.Pablo es enviado a Félix gobernador
23Y llamando a dos de los centuriones, dijo: Preparad doscientos soldados para la hora tercera de la noche, con setenta jinetes y doscientos lanceros, para que vayan a Cesarea. 24Debían preparar también cabalgaduras para Pablo, y llevarlo a salvo al gobernador Félix. 25Y el comandante escribió una carta en estos términos: 26Claudio Lisias, al excelentísimo gobernador Félix: Salud. 27Cuando este hombre fue arrestado por los judíos, y estaba a punto de ser muerto por ellos, al saber que era romano, fui con las tropas y lo rescaté. 28Y queriendo cerciorarme de la causa por la cual lo acusaban, lo llevé a su concilio 29y hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su ley, pero no de ningún cargo que mereciera muerte o prisión. 30Cuando se me informó de que había una conjura en contra del hombre, te lo envié enseguida, instruyendo también a sus acusadores que presenten los cargos contra él delante de ti. 31Así que los soldados, de acuerdo con las órdenes que tenían, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antípatris. 32Y al día siguiente regresaron al cuartel dejando que los de a caballo siguieran con él, 33los cuales, después de llegar a Cesarea y de entregar la carta al gobernador, le presentaron también a Pablo. 34Cuando el gobernador la leyó, preguntó de qué provincia era; y al enterarse de que era de Cilicia, 35dijo: Te oiré cuando estén presentes también tus acusadores. Y mandó que lo guardaran en el Pretorio de Herodes.Capítulo 24
Defensa de Pablo ante Félix
1Cinco días más tarde el sumo sacerdote Ananías descendió con algunos ancianos y con un abogado llamado Tértulo; y presentaron al gobernador sus cargos contra Pablo. 2Después que llamaron a Pablo, Tértulo comenzó a acusarlo, diciendo al gobernador: Ya que por ti hemos obtenido mucha paz, y que por providencia tuya se están llevando a cabo reformas en favor de esta nación, 3nosotros, por todos los medios y en todas partes, reconocemos esto con profunda gratitud, oh excelentísimo Félix. 4Pero para no importunarte más, te suplico que, con tu habitual bondad, nos concedas una breve audiencia. 5Pues hemos descubierto que este hombre es verdaderamente una plaga, y que provoca disensiones entre todos los judíos por el mundo entero, y es líder de la secta de los nazarenos. 6Hasta trató de profanar el templo; entonces lo arrestamos y quisimos juzgarlo conforme a nuestra ley. 7Pero interviniendo el comandante Lisias, con gran violencia lo quitó de nuestras manos, 8mandando a sus acusadores que vinieran a ti. Si tú mismo lo interrogas sobre todo lo que he dicho, podrás confirmar las cosas de que lo acusamos. 9Los judíos se unieron también a la acusación, asegurando que, efectivamente, así era todo. 10Después que el gobernador le hizo una señal para que hablara, Pablo respondió: Sabiendo que por muchos años tú has sido juez de esta nación, con gusto presento mi defensa, 11puesto que tú puedes comprobar el hecho de que no hace más de doce días que subí a Jerusalén a adorar. 12Y ni en el templo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad misma me encontraron discutiendo con nadie o provocando un tumulto. 13Ni tampoco pueden probarte de lo que ahora me acusan. 14Pero esto admito ante ti, que según el Camino que ellos llaman secta, yo sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que es conforme a la ley y que está escrito en los profetas; 15teniendo la misma esperanza en Dios que éstos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos. 16Por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres. 17Y, después de varios años, he venido para traer limosnas a mi nación y a presentar ofrendas; 18haciendo lo cual me encontraron en el templo, después de haberme purificado, no con multitud ni con alboroto. Pero estaban allí ciertos judíos de Asia, 19y que deberían haberse presentado aquí ante ti y acusarme si tuvieran algo contra mí. 20O si no, que éstos mismos digan qué delito encontraron cuando comparecí ante el concilio, 21a no ser por esta sola declaración que hice en alta voz mientras estaba entre ellos: "Por la resurrección de los muertos soy juzgado hoy ante vosotros." 22Entonces Félix, conociendo con mayor exactitud acerca del Camino, pospuso el fallo, diciendo: Cuando venga el comandante Lisias decidiré vuestro caso. 23Y dio órdenes al centurión de que guardara a Pablo bajo custodia, pero con alguna medida de libertad, y que no impidiera a ninguno de sus amigos que lo sirvieran. 24Pero pocos días más tarde, llegó Félix con Drusila su mujer, que era judía, y mandó traer a Pablo y lo oyó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús. 25Y al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix, atemorizado dijo: Vete por ahora, pero cuando tenga tiempo te mandaré llamar. 26Al mismo tiempo, tenía esperanza de que Pablo le diera dinero; por eso acostumbraba llamarlo con frecuencia y conversar con él. 27Pero transcurridos dos años, Porcio Festo llegó como sucesor de Félix, y deseando hacer un favor a los judíos, Félix dejó preso a Pablo.Capítulo 25
Pablo apela a César
1Festo, entonces, tres días después de haber llegado a la provincia, subió a Jerusalén desde Cesarea. 2Y los principales sacerdotes y los judíos más influyentes le presentaron acusaciones contra Pablo, e instaban a Festo, 3pidiéndole, contra Pablo, el favor de que lo hiciera traer a Jerusalén (preparando ellos, al mismo tiempo, una emboscada para matarlo en el camino). 4Pero Festo respondió que Pablo estaba bajo custodia en Cesarea, y que en breve él mismo partiría para allá. 5Por tanto, dijo, que los más influyentes de vosotros vayan allá conmigo, y si hay algo malo en el hombre, que lo acusen. 6Después de haberse quedado no más de ocho o diez días entre ellos, descendió a Cesarea, y al día siguiente se sentó en el tribunal y ordenó que trajeran a Pablo. 7Cuando éste llegó, lo rodearon los judíos que habían descendido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones que no podían probar, 8mientras Pablo decía en defensa propia: No he cometido ningún delito, ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César. 9Pero Festo, queriendo hacer un favor a los judíos, respondió a Pablo, y dijo: ¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén y a ser juzgado delante de mí por estas acusaciones ? 10Entonces Pablo respondió: Ante el tribunal del César estoy, que es donde debo ser juzgado. Ningún agravio he hecho a los judíos, como también tú muy bien sabes. 11Si soy, pues, un malhechor y he hecho algo digno de muerte, no rehúso morir; pero si ninguna de esas cosas de que éstos me acusan es verdad, nadie puede entregarme a ellos. Apelo al César. 12Entonces Festo, habiendo deliberado con el consejo, respondió: Al César has apelado, al César irás.Pablo ante Agripa y Berenice
13Pasados varios días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo. 14Como estuvieron allí muchos días, Festo presentó el caso de Pablo ante el rey, diciendo: Hay un hombre que Félix dejó preso, 15acerca del cual, estando yo en Jerusalén, los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos presentaron acusaciones contra él, pidiendo sentencia condenatoria contra él. 16Yo les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a un hombre sin que antes el acusado confronte a sus acusadores, y tenga la oportunidad de defenderse de los cargos. 17Así que cuando se reunieron aquí, sin ninguna demora, al día siguiente me senté en el tribunal y ordené traer al hombre. 18Y levantándose los acusadores, presentaban acusaciones contra él, pero no de la clase de crímenes que yo suponía, 19sino que simplemente tenían contra él ciertas cuestiones sobre su propia religión, y sobre cierto Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirmaba que estaba vivo. 20Pero estando yo perplejo cómo investigar estas cuestiones, le pregunté si estaba dispuesto a ir a Jerusalén y ser juzgado de estas cosas allá. 21Pero como Pablo apeló que se lo tuviera bajo custodia para que el emperador diera el fallo, ordené que continuase bajo custodia hasta que yo lo enviara al César. 22Entonces Agripa dijo a Festo: A mí también me gustaría oír al hombre. Mañana--dijo Festo-- lo oirás. 23Así que al día siguiente, cuando Agripa y Berenice entraron al auditorio en medio de gran pompa, acompañados por los comandantes y los hombres importantes de la ciudad, por orden de Festo, fue traído Pablo. 24Y Festo dijo: Rey Agripa y todos los demás aquí presentes con nosotros; aquí veis a este hombre acerca de quien toda la multitud de los judíos, tanto en Jerusalén como aquí, me hizo una petición declarando a gritos que no debe vivir más. 25Pero yo encontré que no había hecho nada digno de muerte; y como él mismo apeló al emperador, he decidido enviarlo. 26Pero no tengo nada definido sobre él para escribirle a mi señor. Por eso lo he traído ante vosotros, y especialmente ante ti, rey Agripa, para que después de que se le interrogue, yo tenga algo que escribir. 27Porque me parece absurdo, al enviar un preso, no informar también de los cargos en su contra.
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