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Job 6

La Biblia de las Américas

Job reprocha la actitud de sus amigos

1Entonces respondió Job y dijo:
2¡Oh, si pudiera pesarse mi sufrimiento, y ponerse en la balanza junto con mi calamidad!
3Porque pesarían ahora más que la arena de los mares: por eso mis palabras han sido precipitadas.
4Porque las flechas del Todopoderoso están clavadas en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu, y contra mí se juntan los terrores de Dios.
5¿Acaso rebuzna el asno montés junto a su hierba, o muge el buey junto a su forraje?
6¿Se come sin sal lo insípido, o hay gusto en la clara del huevo?
7Mi alma se niega a tocar estas cosas; son para mí alimento repugnante.
8¡Quién me diera que mi petición se cumpliera, que Dios me concediera mi anhelo,
9que Dios consintiera en aplastarme, que soltara su mano y acabara conmigo!
10Mas aún es mi consuelo, y me regocijo en el dolor sin tregua, que no he negado las palabras del Santo.
11¿Cuál es mi fuerza, para que yo espere, y cuál es mi fin, para que yo resista?
12¿Es mi fuerza la fuerza de las piedras, o es mi carne de bronce?
13¿Es que mi ayuda no está dentro de mí, y está alejado de mí todo auxilio?
14Para el abatido, debe haber compasión de parte de su amigo; no sea que abandone el temor del Todopoderoso.
15Mis hermanos han obrado engañosamente como un torrente, como las corrientes de los arroyos que se desvanecen,
16que a causa del hielo están turbios y en los que la nieve se derrite.
17Cuando se quedan sin agua, están silenciosos, cuando hace calor, desaparecen de su lugar.
18Serpentean las sendas de su curso, se evaporan en la nada y perecen.
19Las caravanas de Temán los buscaron, los viajeros de Sabá contaban con ellos.
20Quedaron frustrados porque habían confiado, llegaron allí y fueron confundidos.
21Ciertamente, así sois vosotros ahora, veis algo aterrador y os espantáis.
22¿Acaso he dicho: "Dadme algo^, "De vuestra riqueza ofrecedme un soborno",
23"Libradme de la mano del adversario", o: "Rescatadme de la mano de los tiranos"?
24Instruidme, y yo callaré; mostradme en qué he errado.
25¡Cuán dolorosas son las palabras sinceras! Pero ¿qué prueba vuestro argumento?
26¿Pensáis censurar mis palabras, cuando las palabras del desesperado se las lleva el viento?
27Aun echaríais suerte sobre los huérfanos, y especularíais con vuestro amigo.
28Y ahora, tratad de mirarme y ved si miento en vuestra cara.
29Desistid, por favor; que no haya injusticia; sí, desistid; en ello está aún mi justicia.
30¿Acaso hay injusticia en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir calamidades?

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