Job 36
Reina Valera 1960
Eliú exalta la grandeza de Dios
1Añadió Eliú y dijo:2Espérame un poco, y te enseñaré; Porque todavía tengo razones en defensa de Dios.
3Tomaré mi saber desde lejos, Y atribuiré justicia a mi Hacedor.
4Porque de cierto no son mentira mis palabras; Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.
5He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie; Es poderoso en fuerza de sabiduría.
6No otorgará vida al impío, Pero a los afligidos dará su derecho.
7No apartará de los justos sus ojos; Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre, Y serán exaltados.
8Y si estuvieren prendidos en grillos, Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,
9El les dará a conocer la obra de ellos, Y que prevalecieron sus rebeliones.
10Despierta además el oído de ellos para la corrección, Y les dice que se conviertan de la iniquidad.
11Si oyeren, y le sirvieren, Acabarán sus días en bienestar, Y sus años en dicha.
12Pero si no oyeren, serán pasados a espada, Y perecerán sin sabiduría.
13Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira, Y no clamarán cuando él los atare.
14Fallecerá el alma de ellos en su juventud, Y su vida entre los sodomitas.
15Al pobre librará de su pobreza, Y en la aflicción despertará su oído.
16Asimismo te apartará de la boca de la angustia A lugar espacioso, libre de todo apuro, Y te preparará mesa llena de grosura.
17Mas tú has llenado el juicio del impío, En vez de sustentar el juicio y la justicia.
18Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.
19¿Hará él estima de tus riquezas, del oro, O de todas las fuerzas del poder?
20No anheles la noche, En que los pueblos desaparecen de su lugar.
21Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad; Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.
22He aquí que Dios es excelso en su poder; ¿Qué enseñador semejante a él?
23¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Has hecho mal?
24Acuérdate de engrandecer su obra, La cual contemplan los hombres.
25Los hombres todos la ven; La mira el hombre de lejos.
26He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, Ni se puede seguir la huella de sus años.
27El atrae las gotas de las aguas, Al transformarse el vapor en lluvia,
28La cual destilan las nubes, Goteando en abundancia sobre los hombres.
29¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes, Y el sonido estrepitoso de su morada?
30He aquí que sobre él extiende su luz, Y cobija con ella las profundidades del mar.
31Bien que por esos medios castiga a los pueblos, A la multitud él da sustento.
32Con las nubes encubre la luz, Y le manda no brillar, interponiendo aquéllas.
33El trueno declara su indignación, Y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.
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