Job 19
Reina Valera 1960
Job confía en que Dios lo justificará
1Respondió entonces Job, y dijo:2¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, Y me moleréis con palabras?
3Ya me habéis vituperado diez veces; ¿No os avergonzáis de injuriarme?
4Aun siendo verdad que yo haya errado, Sobre mí recaería mi error.
5Pero si vosotros os engrandecéis contra mí, Y contra mí alegáis mi oprobio,
6Sabed ahora que Dios me ha derribado, Y me ha envuelto en su red.
7He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído; Daré voces, y no habrá juicio.
8Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; Y sobre mis veredas puso tinieblas.
9Me ha despojado de mi gloria, Y quitado la corona de mi cabeza.
10Me arruinó por todos lados, y perezco; Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
11Hizo arder contra mí su furor, Y me contó para sí entre sus enemigos.
12Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí, Y acamparon en derredor de mi tienda.
13Hizo alejar de mí a mis hermanos, Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.
14Mis parientes se detuvieron, Y mis conocidos se olvidaron de mí.
15Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; Forastero fui yo a sus ojos.
16Llamé a mi siervo, y no respondió; De mi propia boca le suplicaba.
17Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
18Aun los muchachos me menospreciaron; Al levantarme, hablaban contra mí.
19Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, Y los que yo amaba se volvieron contra mí.
20Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos, Y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
21¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado.
22¿Por qué me perseguís como Dios, Y ni aun de mi carne os saciáis?
23¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
24Que con cincel de hierro y con plomo Fuesen esculpidas en piedra para siempre!
25Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo;
26Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios;
27Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
28Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos? Ya que la raíz del asunto se halla en mí.
29Temed vosotros delante de la espada; Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias, Para que sepáis que hay un juicio.
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